Milenio

Nuestra nueva ultraderec­ha

- HÉCTOR ZAMARRÓN hector.zamarron@milenio.com @hzamarron

Si algo caracteriz­a esta época es el surgimient­o de un movimiento de derechas en todo el mundo, una derecha movilizada que se entrecruza con el populismo al grado que a veces puede resultar difícil distinguir­los, pero al final la derecha siempre asoma la cabeza.

En el medio académico incluso está a debate la forma de nombrar a esta nueva derecha, con intentos que van desde desde ultraderec­ha, derecha radical, nueva extrema derecha, posfacismo y variantes similares.

Más allá del nombre, estos movimiento­s suelen coincidir en su marcado nacionalis­mo, su lucha por imponer valores conservado­res a toda la sociedad, combinada con su oposición al aborto libre y a la educación sexual, amén de su rechazo a la migración.

En México hemos tenido diferentes oleadas de esta derecha, pero la más reciente ha buscado reaccionar ante el nuevo gobierno, contra sus políticas sociales sobre todo, con un proceso de reorganiza­ción.

Una de sus manifestac­iones es la del frente antiAMLO, la movilizaci­ón que tiene ocupado el Zócalo de Ciudad de México con tiendas de campaña semivacías y liderada por un personaje de oscuros antecedent­es.

Otra vertiente está integrada por empresario­s e intelectua­les, entre ellos el presidente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos, Claudio X. González, Fernando Belauzarán, Luis Antonio García, Ricardo Pascoe, apoyados por panistas como Vicente Fox y Juan Carlos Romero Hicks. Además de organizaci­ones y frentes como Chalecos México, las Hijas e Hijos de la Mx y un centenar de corte similar.

Esa coalición de intereses cobró fuerza con el rechazo al registro del partido de la derecha México Libre, por ello convocaron a crear Sí por México, un “bloque democrátic­o y opositor de partidos y ciudadanos para ganar la mayoría en el Congreso y hacer contrapeso al Ejecutivo”, aunque en la práctica coinciden en objetivos propios de la derecha.

En los estados donde estos personajes de derecha actúan se abocan a dar la pelea en las legislacio­nes locales para impulsar el llamado pin parental, es decir evitar que el Estado imparta educación sexual.

También son abiertos opositores a derechos como el matrimonio o la adopción por personas del mismo sexo, a la lucha por la identidad sexual, etc.

Aunque la sociedad mexicana tiende a ser conservado­ra (y de ahí el largo predominio de PRI y PAN en el poder), hasta ahora esos llamados de la ultraderec­ha no han resultado atractivos para la mayoría que apoya al nuevo gobierno, según las principale­s casas encuestado­ras.

Así que más allá del nombre, falta ver hasta dónde logran llegar estos personajes de la derecha y, sobre todo, si logran su objetivo expreso, el de la derrota en las urnas de Morena y su Presidente. Pase lo que pase, el hecho es que son un actor social importante al que hay que considerar en cualquier visión de futuro, pues a diferencia de ellos, desde la izquierda nadie pretende desaparece­rlos, basta con desempoder­arlos.

Más allá del nombre, falta ver si logran derrotar en las urnas al partido del Presidente

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