Milenio

España: toque de queda

- RAÚL DEL POZO

Las palabras son las mismas que pronunció Milán del Bosch el 23F: toque de queda. Toque de queda hasta mayo, con estado de alarma, confinamie­nto nocturno, aunque cada comunidad modulará la medida extrema. El Gobierno tendrá que contar con la aprobación del Congreso para prolongar esta ordenanza castrense. Oigo el ruido de la calle, canta un pájaro no sé desde que rama canta, «cuan-do las sonrisas atraen como atraerían las flores y las horas pasan lentamente como el desfile de los entierros». Así escribía Apollinair­e, muerto por el contagio de la gripe espa-ñola, que no lo era. A la influenza, que llamaban en Madrid soldado de Nápoles, como el protagonis­ta de una zarzuela, ha sucedido un siglo, y dos años después, el Covid, que mata más en España que en ningún otro sitio de Europa. El mal ha rebrotado entre la niebla de otoño; siguen los contagios y la listas de los muertos; los hospitales y la atención primaria amenazan colapso. No se necesita un cirujano de hierro, pero sí un mando único con criterio científico. El mando único lo tiene Sánchez aunque cogobernan­do con las autonomías. El Gobierno no mandaba porque no quería mandar: tenía que pagar peajes a los partidos nacionalis­tas para mantener su mayoría parlamenta­ria y para aprobar los Presupuest­os. Con lo que les gusta hablar por decreto, con las tentacione­s y maneras que han mostrado al dictar las ordenanzas, ahora temen que los electores y los jueces les pidan cuentas por su mala gestión. Además está el hueso de Madrid.

«Los del Gobierno estaban desapareci­dos –me dicen en Sol–, la curva aumentaba y ellos iban a ver al Papa. Habían decidido no hacer nada. La imagen que dan al mundo es la de un país infectado sin seguridad jurídica. Ya nadie puede decir que los madrileños sean una bomba vírica que va contagiand­o España, porque España se fue contagiand­o sin los madrileños y sin PCR en Barajas. Ya nadie pude decir que la Comunidad de Madrid no tomara las mejores decisiones: lo ha reconocido hasta el ministro de Sanidad francés. Lo que está claro es que Pedro Sánchez libra contra Díaz Ayuso una simple batalla política».

De pronto, las comunidade­s tampoco quieren mandar, sino quitarse los muertos de encima y piden que sea el Gobierno el que se pringue con el estado de alerta. Con lo que fardaban los gobiernos autonómico­s vistiéndos­e de Estado, y ahora pasan. Ya no culpan a Madrid y piden que mande el Gobierno, aunque sea decretando el toquede queda, que suena a ruido de tanques, a cuerpos bajo custodia, a restricció­n de movimiento­s. Ya no dan miedo las palabras, ni siquiera toque de queda.

No se necesita un cirujano de hierro, pero sí un mando único con criterio científico

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