¿Marisela o Nuevo orden?

Michel Franco logró una gran polémica con su filme, Nuevo orden. La corrupción de una clase social, los ricos; la insoportable condición de los pobres, al servicio de privilegiados. Estalla un levantamiento, desde abajo, y la respuesta del sistema es la ascensión de los militares, al cuidado de los pudientes. El abuso de hombres y mujeres verde olivo no se hace esperar: secuestros, asesinatos y mentiras contra quienes dicen atender.

Pobres y ricos fracasan ante la militarización, de forma desproporcionada porque los del suelo siempre son los oprimidos. Nada nuevo bajo el sol.

No es el documental Las tres muertes de Marisela Escobedo, cinta en Netflix de Carlos Pérez Osorio:

Al filme de Michel Franco le falta ese poema trágico de la madre coraje, mítica, que busca justicia

estrujante sabor a crimen continuo perpetrado con el permiso del gobierno de la Chihuahua de César Duarte —hoy perseguido para ser juzgado—, en una ola de homicidios contra las mujeres. ¿Qué es mejor en el cine, el documental de los datos duros y precisos de la vida sanguinolenta que vivimos, o la invención de la realidad pintada de color verde en Nuevo orden? Los dos géneros caben y los dos lastiman, por infalibles. Pero al filme de Michel Franco le falta ese poema trágico de la madre coraje, mítica, que busca justicia. El eje rector de Nuevo orden se pierde en las mil historias que narra, donde la auténtica realidad gana a la invención creativa. El documental es más trágico que la ficción antiutópica de Franco: el guion nos debe profundidad en sus personajes.

Pero hay una verdad posible: el poder del ejército y sus consecuencias: de no cercar la corrupción que se le inculpa, de no limpiar al cuerpo de seguridad de los mexicanos, de no combatir denuncias tan peligrosas como las del General Cienfuegos acusado de narcotráfico por Estados Unidos. Otra vez la realidad gana a Nuevo orden. Un filme que tenemosque ver, discutir y llegara acuerdos nacionales para obtener resultados donde persista el esperado retorno a la paz.

Franco no quiso un documental, desde luego. Quiso un panorama catastrófico, donde las posibles respuestas las demos los mexicanos. Un filme para pensar se, hoy, no en un futuro donde ni siquiera podamos debatir, sin opciones.

Yo prefiero quedarme en la triste veracidad de Marisela Escobedo.