Pulitzer Thomas Friedman
Habrá “guerra civil de baja intensidad” si gana Trump
Intelectualmente, estos no han sido años fáciles para Thomas Friedman, el periodista vivo con más premios Pulitzer –tres– y columnista de referencia en el New
York Times desde hace dos décadas y media. Como él mismo explica en el último de sus libros,
Gracias por llegar tarde (Deusto), «todo lo que he apoyado en mi vida ha fracasado».
Muchos de los postulados que Friedman ha defendido han sido en política exterior. Pero también en el terreno doméstico sus ideas se han batido en retirada. Friedman es un animal extraño en la zoología política de 2020: defiende el libre comercio y el capitalismo, pero también el Estado del Bienestar y el orden liberal nacido tras la Segunda Guerra Mundial. Eso ha situado al veterano periodista, que en 2018 recibió el premio Columnistas de EL MUNDO, otorgado por este periódico, en la primera línea de las críticas a Trump.
¿Por quién va a votar y por qué?
Por Joe Biden porque creo que el mayor problema en EEUU es que el país ha sido hecho jirones y que si Biden logra el cargo de presidente va a tener la capacidad de unirnos de nuevo, de lograr al menos que algunos demócratas y republicanos trabajen juntos, de hacer que dejemos de vernos los unos a los otros como enemigos.
¿Cuál va a ser e llegado de DonaldTrump si pierde el martes? Un legado complejo, que se puede resumir con un libro sobre [el ex primer ministro israelí] Ariel Sharon: No se para en las luces en rojo [He Doesn’t Stop at Red Lights]. Ha roto todas las normas de la Presidencia. Se saltó elementos de la Constitución, lo que acabó haciendo que sufriera un impeachment. Nunca quiso ser presidente de todo Estados Unidos, sino sólo presidente de sus votantes. Ha roto todas y cada una de las normas del cargo, especialmente las líneas rojas constitucionales, y lo ha hecho más que ningún otro presidente en la Historia del país. Ha dado marcha atrás en nuestro compromiso de tomarnos el cambio climático en serio y, con ello, ha renunciado a que nos beneficiemos de la oportunidad económica que eso conlleva… Ha degradado el cargo de presidente de Estados Unidos. Y ha iniciado el proceso de hacer, ante gran parte de la opinión pública mundial, imposible de distinguir a EEUU de Rusia y China. Cada día que pasa más gente nos ve, simplemente, como una gran potencia lista para saquear a los demás. ¿Ha hecho cosas buenas? Desde luego. Ha empezado a reequilibrar nuestra relación con China; ha tratado de actuar sobre el problema de la inmigración, pero no como es necesario hacerlo; y ha afrontado el problema de Irán, pero tampoco de la manera correcta.
Y si es reelegido, ¿cuál será el legado que dejará?
Gran parte del daño será irreparable. El Estado dejará de funcionar de manera coherente; habrá una descomposición del Estado de Derecho y de las normas que hacen que el país funcione; y habrá una guerra civil de baja intensidad en Estados Unidos.
¿Hay riesgo de violencia tras las elecciones?
Totalmente. Hay un riesgo cierto de una inestabilidad prolongada. Especialmente si Trump no sufre una derrota aplastante.
La política de Trump parece indicar que los europeos necesitamos asumir el hecho de que somos adultos y, como tales, necesitamos una política exterior digna de tal nombre, que no podemos estar dependiendo siempre de EEUU, porque, como ha insinuado Emmanuel Macron, EEUU no siempre está ahí para echarnos un cable. Todo esto sólo refuerza la frase de Madeleine Albright [secretaria de Estado en la presidencia de Bill Clinton] de que «somos la nación indispensable ». Cuando ejercemos esa« indispensabilidad» de manera equivocada, el resultado es negativo; cuando la ejercemos de manera correcta es beneficios o.
Hay todo un sector de la izquierda que piensa que el mayor problema del mundo es que EEUU tiene demasiado poder, a lo que yo respondo diciendo que el mayor problema en el mundo actual es que hay ausencia de poder de Estados Unidos. Hacemos cosas estúpidas, desde luego, pero somos una fuerza positiva en el mundo.
¿Qué nos revela este primer mandato de Donald Trump acerca de las élites estadounidenses. No solo me refiero a la élite política – el Congreso y el Partido Republicano– sino también a la élite económica y empresarial. Wall Street y buena parte del sector privado parecen estar preocupados sólo por los beneficios y la Bolsa. No creo que se pueda generalizar acerca de eso. Tenemos élites con grandes aspiraciones para el país, que se preocupan por el futuro de la nación y de sus ciudadanos; tenemos élites tribalizadas, que ponen a su partido político por encima de la nación; tenemos élites codiciosas, que ponen el dinero –su dinero– por encima de Estados Unidos… Lo tenemos todo, igual que cualquier otro país.
¿Qué podemos aprender del hecho de que Donald Trump ha sido capaz de hacer todo eso de lo que usted le acusa? ¿Hace que sea necesario, por ejemplo, introducir más controles sobre el cargo de presidente? Creo que lo que hemos aprendido es que la Constitución está hecha de palabras escritas en un papel. Esas palabras, que reflejan aspiracionesy también regulaciones, van acompañadas de normas no escritas acerca de cómo nos relacionamos los unos con los otros. Con Trump nos hemos dado cuenta de que las palabras escritas en el papel no importan tanto si el presidente está dispuesto a ignorar y violar esas normas. Este hombre, además, tiene un partido que está en una posición de poder que le apoya en la violación de esas normas.