Piñera: «Hemos ganado todos»
Los ciudadanos avalan por aplastante mayoría el referéndum para reformar la Carta Magna
El mandatario advierte que el nuevo documento «no parte de cero»
El gran vencedor del plebiscito en Chile es el impopular Sebastián Piñera. El mismo día que el presidente marcó apenas un 14% de aprobación en las encuestas, logró una victoria trascendente. Los comentaristas en Santiago no se la quieren reconocer. Dicen que ha ganado la izquierda, que han ganado los jóvenes, que ha ganado el pueblo y hasta el propio Piñera dice que «hemos ganado todos », pero lo cierto es que el vencedor es él, el mismo que hace un año estaba solo, triste y abandonado en la mitad de un mandato de cuatro años mientras Chile ardía.
Piñera ha ganado porque los mismos que criticaban que en su elección en 2017 sólo participó el 49% del electorado, hoy defienden que un 50,9% es una cifra excelenteparavalidaruncambioconstitucional. Ha vencido porque los que ayer se mostraban ambiguos ante la violencia, la rechazan si pone en cuestión el nuevo camino. Prevaleció porque los mismos que apostabanquenoacabaríasuPresidenciaahoralevencomounodelosgarantes del proceso.
Después de decir que «hemos ganado todos», Piñera pronunció dos frases que definen el momento chileno. Contradiciendo a la extrema izquierda, que festejaba en las calles como si todos los votos fueran suyos y que sostiene que la nueva Carta «es una hoja en blanco», el presidente dijo que la nueva Constitución «no parte de cero».
Y esto es exacto. El artículo que permitió el referéndum del domingo y que inicia el proceso constituyente, está escrito en la cuestionada Constitución de Pinochet, gracias a un cambio aprobado en diciembre de 2019. En el fondo, es un proceso de reforma constitucional ampliado que puede terminar en la sustitución íntegra de la Carta Magna. Pero no un cambio de régimen como muchos propugnaban en octubre de 2019.
De hecho, la convención constituyente que se elegirá en abril de 2021 no será la sede de la sobera
nía nacional, sino una entidad delegada, con un mandato limitado (redactar una nueva Constitución durante como mucho un año) que no puede interferir en la acción de los demás poderes del Estado. Es cierto que se tratará de un órgano matemáticamente paritario, que renuncia a la posibilidad de que una mujer represente a un hombre o viceversa, pero eso no la dota de más atribuciones.
El domingo, el joven diputado de izquierda radical Gabriel Boric, que celebraba en las calles, no veía problema en abrazar la fórmula de esta convención refrendada casi por el 80% de los votantes, pese a que está muy lejos de ser la asamblea constituyente a la que aspiraba.