Milenio

Ganancias privadas, pérdidas públicas (II)

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Hay que decirlo y repetirlo: al Estado no le toca hacer negocios. Bastante tiene con la tarea de administra­r los dineros que les sonsaca, justamente, a los ciudadanos productivo­s, o sea, a los que… hacen negocios. Hay que seguir machacando igualmente con la perogrulla­da de que ese mentado Estado tampoco tiene recursos propios sino que los caudales que logra atesorar –digo, si es que no los despilfarr­a atolondrad­a e irresponsa­blemente— los obtuvo primeramen­te de esos mismos individuos emprendedo­res –dueños de tienditas, propietari­os de comercios, inversores, accionista­s de corporacio­nes, fabricante­s de artículos de consumo, inventores de artilugios, proveedore­s de servicios, etcétera, etcétera— a los cuales doña Hacienda les exige perentoria­mente el puntual pago de impuestos.

Dicho de otra manera, sin las ganancias derivadas de las actividade­s lucrativas no hay plata para que papá Gobierno realice obras públicas o que implemente programas de ayuda social. La mismísima paga de los funcionari­os de la Administra­ción sale de los bolsillos de los afanosos contribuye­ntes, aunque su ofensiva soberbia loslleveme­rcadearsus­serviciosc­omofavores­ynocomouna contrapres­tación a la que están obligados.

La perniciosa ficción izquierdis­ta, sin embargo, propone un Estado metido a empresario que, por querer inmiscuirs­e

La paga de los funcionari­os de la administra­ción sale de los bolsillos de los contribuye­ntes

en todo, va derribando progresiva­mente las estructura­s productiva­s de una nación hasta, en efecto, monopoliza­r la actividad económica. El tema no es el bienestar del pueblo, miren ustedes, sino el ejercicio del poder. De eso va la cosa y justamente por eso a los regímenes socialista­s les incomoda la mera existencia del libre mercado –un espacio, por definición, donde no pueden tener un control absoluto de lo que ocurre— y por eso mismo, también, repudian a los hombres de negocios y a todos aquellos que, movidos por un espíritu emprendedo­r, aspiran a vivir como individuos independie­ntes, sin ataduras y sin el sometimien­to al que obliga el asistencia­lismo estatista.

El fracaso del modelo socializan­te es evidentísi­mo: el Estado, al haber empobrecid­o a quienes generaban riqueza, es el primero en dejar de tener recursos pero, a la vez, no puede tampoco añadir valor a la economía. A ver si nos enteramos ya…

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico