Impresentables
El único argumento presentable sobre la revisión del Convenio Fiscal es el que apareció ayer en un desplegado firmado por las cámaras empresariales de Nuevo León. Discutible, pero presentable.
Los organismos nuevoleoneses plantean: “La continua atracción de inversión, generación de empleos, migración de personas de otros estados hacia el nuestro, requiere que se fortalezca la infraestructura para sostener el crecimiento. Los recursos hasta ahora aportados por la federación ascienden a solo 28 centavos por cada peso de impuestos generados en nuestro estado y son a todas luces insuficientes”.
Luego hacen un “enérgico” llamado a la autoridad federal y demandan “una mayor equidad en la repartición de recursos. El apoyo a Nuevo León, como los indicadores económicos lo avalan, significa apoyar el crecimiento económico no solo de la entidad sino de todo México”.
Lo que se sigue de aquí es una revisión y un sano debate, pero que no llega más allá de una búsqueda de ajustes. Las cámaras empresariales no hablan de salirse del pacto ni reclaman actitudes de desprecio. Y aunque no parece existir en su vocabulario ningún término del universo distributivo, al menos abren la puerta a apoyar el crecimiento económico de todo México. No abrigan expectativas desmedidas: a fin de cuentas, las empresas regiomontanas, cuyos nombres no aparecen directamente en el desplegado, tienen inversiones en todo el territorio nacional. Y es su mercado.
Además, en una conferencia de prensa para anunciar la consulta, el tesorero de Nuevo León comentó el miércoles que hay entidades federativas que reciben proporcionalmente menos que su estado, entre ellas Ciudad de México y Tamaulipas. El dato no es menor: si Nuevo León logra algo, tendría que suceder lo mismo en otras partes, acudiendo al mismo principio de equidad que se pone en la mesa.
A debatirlo, pues, institucionalmente. Los que resultan francamente impresentables son los discursos de los políticos, utilizados como herramienta electoral y en pleno agarrón con el Presidente. Se les olvida el país. Con esas posturas ni siquiera podrían vivir juntos los 10 estados de la Alianza Federalista.
El tema es muy viejo y se ha mantenido vivo en algunos estados. En particular, en Nuevo León es ya una discusión tradicional, avivada por un sentimiento anti centralista de muchos sexenios. Cuántos centavos regresa la federación por cada peso que el estado aporta en impuestos, es un dato que conocen todos sus habitantes. Es como saberse la capital del estado. Y recientemente, el aspirante a gobernador (y senador) Samuel García ha llevado el tema a redes sociales y lo ha hecho una divisa de campaña. Esto no es Cataluña, insiste, pero se pregunta y se responde: “¿Qué implica salir del Convenio? Que Nuevo León diga: ¿sabes qué AMLO, el impuesto sobre la renta, el impuesto sobre el valor agregado que era mío, ya no lo vas a cobrar tú, se acabó tu fiesta, ahora lo cobro yo y lo voy a gastar en mi estad o”.
Su fantasía no le da para imaginar siquiera las consecuencias. Contagiado, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, acude al “desdén presidencial” como argumento. No existe ni la más remota idea de un bien común nacional. Que ya llegue junio.