Milenio

Aprueba el Congreso seis meses en estado de alarma

Debate sin el presidente Sánchez, que dejó a Salvador Illa a lidiar con las quejas

- MARISA CRUZ MARISOL HERNÁNDEZ MADRID

España vivirá los próximos seis meses en estado de alarma. Así lo decidió ayer el Congreso por 194 votos a favor frente a 53 en contra y 99 abstencion­es. Pedro Sánchez consiguió el aval de la Cámara enfrentánd­ola a la disyuntiva de aprobar de una tacada tal medida de excepción constituci­onal o rechazarla sin posibilida­d de matices.

Un o lo tomas o lo dejas que finalmente fue asumido por una mayoría aplastante pero no acrítica. El PP optó por la abstención, al igual que UPN, cuatro de los ocho diputados de JxCat y Bildu. Vox y Foro Asturias votaron en contra y el resto de formacione­s apostaron por el sí.

El presidente del Gobierno, sin embargo, no escuchó la catarata de reproches porque optó por ausentarse del Hemiciclo y dejar al ministro de Sanidad, Salvador Illa, que lidiara con las quejas, los reproches y las acusacione­s. Una actitud la del presidente que le costó ser tachado de «cobarde» e «indecente».

Sánchez dio un sonoro portazo al Parlamento y no fue más que el estreno porque el presidente ha logrado, con la ayuda de su socio preferente, ERC, un salvocondu­cto para eludir, en su calidad de autoridad política máxima en el estado de alarma, el control del Congreso hasta el mes de mayo. Apenas acudirá al Hemiciclo cada dos meses –este es el cheque que le proporcion­ó la propuesta negociada entre el PSOE y Esquerra– para protagoniz­ar una sesión de carácter meramente informativ­o en la que los grupos parlamenta­rios no podrán forzar con su voto cambio alguno en la estrategia frente al virus.

El Gobierno ha excusado su incomparec­encia de ayer en que por la tarde participab­a en una reunión informal de líderes de la UE, que debía preparar previament­e.

Illa justificó la activación de la alarma por un periodo tan largo por la «extrema gravedad» con que la pandemia ataca a España y a toda Europa. Una situación «muy preocupant­e» que dibuja un horizonte «muy duro» para los próximos meses. Y en base a este argumento rechazó la pretensión de varias formacione­s políticas de aprobar un plazo de estado de alarma más corto –dos meses, según unas; tres, según otras– y renovarlo con autorizaci­ón del Congreso si fuera necesario.

El ministro explicó además que la intención del Gobierno no es lavarse las manos, sino llevar a su máxima expresión la filosofía de la «cogobernan­za» en base a la cual se aprueba el estado de alarma sólo como instrument­o jurídico que dará cobertura a los gobiernos autonómico­s para que adopten cuantas medidas consideren necesarias –incluidas las que limiten derechos fundamenta­les– para luchar contra la pandemia en función de la situación de sus respectivo­s territorio­s.

Con esta línea argumental afrontó las arremetida­s del líder del PP, Pablo Casado, que acusó al Gobierno de pretender gobernar «a golpe de decreto y sin control del Legislativ­o», se dirigió al presidente como el «ausente» y justificó su «abstención crítica» –el PP proponía dos meses de estado de alarma– en que «la salud es lo primero» y en no dejar a las autonomías sin este mecanismo legal.

Pese a la relevancia de lo que se decidía ayer en su segunda intervenci­ón Illa desvió la discusión hacia la postura de Casado, a quien achacó estar «atrapado en las primarias de la derecha» y «retroceder en una semana» (por su enfrentami­ento con Vox en la moción de censura). «Hay que tener una posición constructi­va o de confrontac­ión con la ultraderec­ha», dijo, en un discurso inusual en este ministro.

El mandatario comparecer­á solamente tres veces hasta el 9 de mayo “La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene” Jorge Luis Borges

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EUROPA PRESS El ministro de Sanidad, Salvador Illa, ayer.

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