Viaje al pasado del futbol
La polémica dimisión del presidente del F.C. Barcelona, empujada por el caso Messi y ejecutada por miles de socios del Club que apegados a los estatutos hicieron válido su derecho a presentar una moción de censura, es un nuevo viaje al pasado del futbol.
Cuando los grandes clubes se fundaron a partir de agrupaciones culturales, sociales, académicas, obreras o deportivas hace más de un siglo, el juego, que empezó a crecer como un poderoso motivo de reunión, ayudó a desarrollar uno de los principales ejes de las sociedades modernas. La necesidad de identificarse con algo y pertenecer a ello como parte fundamental de su crecimiento, impulsó a las personas a involucrarse cada vez más en el progreso de sus comunidades.
El gran invento del futbol no recae en el juego, sino en la enorme capacidad de integración que permitía a un lord, ser representado por un peón. Aquel futbol organizado por gremios, asociaciones o barrios, fue el inicio de un sistema de representatividad inigualable. El paso del futbol y el deporte en general hacia un modelo corporativo, en el que los equipos empezaron a ser financiados o gestionados por empresas debido a los enormes costos que significaba mantenerlos para sus fundadores, arrojó como resultado la industrialización del juego.
El Barça, que atraviesa una seria crisis política y económica al interior de su centenaria organización, experimenta en sentido contrario un fuerte vínculo con su comunidad, única y original. La gran riqueza de este equipo en cuyo lema, “Más que un Club”, se demuestra esa fuerte raíz, nos enseña que aún en tiempos de enorme competitividad en el mercado, es posible mantener un antiguo esquema social con éxito.
Como todos los equipos, el Barça enfrentará una serie de obstáculos en los próximos años que amenazan su naturaleza democrática, pero si algún día este Club deja de pertenecer a sus socios, será una desgracia.
El Barça experimenta en sentido contrario un fuerte vínculo con su comunidad