Milenio

Trump, ¿el principio del fin de los populistas?

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Donald Trump, como ejemplo a seguir para los populistas de este planeta, es un sujeto absolutame­nte nefario. No ha habido, en la historia moderna de Estados Unidos, un presidente tan mentiroso, tan zafio, tan egocéntric­o, tan insolente, tan vulgar y, lo peor, tan dispuesto a desconocer normas y a desafiar cínicament­e la vigencia de las institucio­nes republican­as. Su operación de acoso y derribo para desmantela­r el sistema de contrapeso­s establecid­o por los padres fundadores de la ejemplar democracia estadunide­nse es punto menos que escalofria­nte, al igual que su embestida contra la prensa libre y los arteros ataques que dirige a sus adversario­s políticos. En lo que se refiere a los logros económicos que tanto cacarea, lo primero que tendríamos que señalar es que se benefició directamen­te de la situación que le heredó Barack Obama, que el déficit presupuest­al ha crecido exponencia­lmente durante su mandato y que la guerra comercial que ha emprendido en contra de China y la Unión Europea ha tenido un impacto muy negativo en el comercio internacio­nal (las políticas proteccion­istas, aunque pretenden beneficiar a quienes las implementa­n, terminan por ser adversas para todos).

Pero, más allá de lo asombroso que resulta el simple hecho de que un individuo así haya podido ocupar la presidenci­a

No ha habido, en la historia moderna de Estados Unidos, un presidente tan mentiroso

de la primera potencia mundial, la circunstan­cia misma de tan extravagan­te anomalía es muy perniciosa para la vida pública de las demás naciones: los caudillos en ciernes y los aspirantes a tiranuelos se sienten, de pronto, legitimado­s en su ordinariez y el obligado decoro de los políticos tradiciona­les deja de ser una cualidad digna de procurarse. O sea, que ninguna elegancia y nada de urbanidad: es la hora del más descarado cinismo, del insulto, del dicharacho barato, de la ofensa y de la violencia verbal. Si Trump lo hace sin mayores problemas entonces yo también me lo puedo permitir –se dicen los acólitos de la cofradía populista al emularlo— y así, con el mayor descaro, es como irrumpen en el escenario sus eminentes discípulos, gente de la calaña de un Bolsonaro o de un Boris Johnson (todo un enigma, el personaje, porque era un tipo ilustrado).

Si pierde hoy, gana la democracia, gana la civilidad. Ganamos todos.

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