Milenio

“El efecto del Tea Party en la nueva realidad republican­a”

- Carlos Puig

Es cribo antes de que sepamos los resultados definitivo­s de la elección de ayer en Estados Unidos. Con lo que sabemos de las encuestas previas y los resultados preliminar­es, sin embargo, queda claro que una de las mayores transforma­ciones de los últimos años y que impactará en el futuro es la de la identidad de los partidos políticos de aquel país.

La transforma­ción del Partido Republican­o ha sido un proceso largo, pero podríamos poner una fecha en que éste se aceleró, y fue con la elección de Barack Obama en 2008. Unos meses después nació el movimiento conservado­r que conocimos como el Tea Party. Sus principios originales tenían que ver con lo fiscal: menos impuestos, menos gasto público, menos deuda, frente a la propuesta de Obama que veían como la de un gobierno demasiado grande.

El talento del Tea Party fue convocar a nuevos participan­tes en la política y ayudarlos a lograr puestos relevantes primero en elecciones locales y después a llevar a estos personajes a algunas gubernatur­as y al legislativ­o federal —con el logotipo del Partido Republican­o—. El viejo y acomodado Partido Republican­o tardó en darse cuenta de la fuerza que este nuevo conservadu­rismo —más rural, blanco, antigobier­no, enojado, con menos educación formal— había logrado entre sus filas.

Sus actos lo alejaron aún más del grupo de poder tradiciona­l conservado­r

Donald Trump entendió esta división, tomó las causas del movimiento —migración, impuestos, el sistema de salud de Obama—y aprovechó la división en el partido para quedarse con la candidatur­a hace cuatro años. Pero ya en el poder sus acciones lo alejaron aún más del grupo de poder tradiciona­l republican­o; se peleó con figuras como los ex candidatos McCain y Romney y con los Bush, por ejemplo. Hoy debe tener el récord de personajes republican­os, incluidos tres gobernador­es en funciones, que han apoyado a Biden, el demócrata. El resto de los republican­os se han entregado a Trump sin importar lo que diga, en maneras a veces vergonzosa­s.

Los resultados de ayer, más allá de las su mas finales en el colegio electoral, indican que buena parte de las ciudades que importan en el país y sus suburbios siguen abandonand­o a los republican­os, lo que hará que la batalla política cotidiana se vuelva aún más polarizada, no importa quién termine ganando la elección.

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