“Nuestra época da la impresión de habitar la anomalía”
Algunos tiempos se definen por la reiteración de usos que establecen legados. Nuestra época da la impresión de habitar la anomalía. El caos tiene diferentes formas. No es solo una serie de eventos con efectos desordenados; es caótica la realidad cuando su apreciación surge de relacionar ideas inconexas. Jefes de Estado, simpatizantes, opositores y uno que otro periodista replican sobreentendidos; ignoran definiciones y apuestan por sociedades sin diccionario.
Alguna vez escribí en estas páginas sobre la promoción del cretinismo. El cretinismo se alimenta cuando las voces públicas —en especial los poderes—, con tal de dispersar su percepción de la realidad insisten en palabras y conceptos sustrayéndoles de significado.
Hace pocos años el mundo hablaba de posverdad. Hoy, va triunfado la retórica del oxímoron y se hace especialidad del médico nacional. Ahí donde el presidente critica al centralismo y, en simultáneo, contiene poderes en un punto central.
Sumar incongruencias es un hábito redituable.
Vivimos la época en que no da vergüenza mostrarse como un diccionario carente de definiciones. Enlistado vertical de palabras sin nada más que vacío al margen.
Frente a la desolación de este año, resulta poco alentador que incluso por encima de la enfermedad, el elemento unificador esté siendo la elección de nociones imaginadas en ese vacío. Abrazo a la subjetividad hasta convertirla en fantasía supeditada a un lenguaje sólo propio de quienes estén dispuestos a adoptarla.
Sin admitir su definición se niega el estado de emergencia. Mientras para el gobierno mexicano, tanto la tragedia por la emergencia sanitaria como la violencia se sitúan en una desgracia transitoria, la única forma de confrontación que encuentra su oposición política es hablar como él. El país de la interpretación se traduce en la insensatez del día.
Este es el camino para la desaparición de los centros. Quedan los extraños con sus fobias, su incapacidad de atender las preocupaciones intermedias y su capacidad para ignorar todo aquello que no entra en una agenda inmediata. En ninguno de los extremos se leen angustias ante la crisis de derechos humanos, la militarización y el militarismo de la vida pública.
En ninguno de los extremos se leen angustias ante la crisis de derechos humanos