Viene la feroz ofensiva de un mal perdedor
El triunfo de Joe Biden, 24 horas después de terminada la jornada electoral en Estados Unidos, parece cada vez más probable. El tema, sin embargo, será la respuesta de Trump y sus pretorianos del Partido Republicano al irse consolidando esta tendencia gracias al conteo de los votos enviados anticipadamente por correo.
Los legisladores republicanos de
Pensilvania se opusieron mañosamente a que esos votos fueran registrados previamente en su estado y las consecuencias están a la vista: millones de sufragios, literalmente, no han sido todavía sumados al padrón. El propósito de estos obstruccionistas representantes era crear deliberadamente un cuello de botella sabiendo que los seguidores del Partido Demócrata fueron quienes, en su mayoría, se sirvieron de esa disposición por ser mucho más prudentes y cuidadosos en su comportamiento ante la epidemia: ahí donde Trump ha aparecido como un tipo desafiante e irresponsable dispuesto a seguir organizando los abarrotados mítines de siempre sin mascarillas ni distanciamiento entre los asistentes, Biden y su gente, por el contrario, rechazaron en todo momento la aglomeración de personas y promovieron el uso de tapabocas.
Justamente, Trump está pregonando abiertamente que los votos deben dejar de contarse y sanseacabó. Se presenta ya el hombre como el triunfador porque los resultados provisionales parecían darle cierta ventaja y pretexta, además, que los sufragios por correo se van a usar para maquinar un gran fraude. Nos encontramos ante un mal perdedor que no duda en socavar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones para salirse meramente con la suya.
Las imágenes trasmitidas desde un centro de conteo dan cuenta de un proceso llevado a cabo escrupulosamente, en el que los verificadores pueden agitar un banderín rojo al detectar la más mínima irregularidad y solicitar de inmediato la asistencia de otros inspectores. No solo eso: en el local están presentes —bien alertas y vigilantes— representantes de los dos partidos que contienden. ¿Dónde está la trampa? ¿Qué es lo que falla? ¿Por qué sería cuestionable tan ejemplar procedimiento?
Al final tendremos los resultados aritméticos. El problema será el desprecio a las cifras —y a la democracia— de uno de los competidores.
Pretexta Trump que los votos por correo se usarán para un fraude