Milenio

Biden: al final de la ira

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Ala hora de escribir esta columna, las 4 de la tarde, Joseph Biden se encaminaba a una victoria cierta, si no es que holgada, en las elecciones presidenci­ales estadunide­nses.

Cuando ya era claro que su ventaja era definitiva, aunque no oficial, a las 2 de la tarde Biden dio en Wilmington, Delaware, un discurso de notoria pertinenci­a y profundida­d, respecto de una cuestión fundamenta­l: la democracia puede arreglar en una elección lo que desarregla en la previa (https://youtu. be/vO52MWxTwB­w).

Los votantes pueden equivocars­e por mucho o por poco, pero pueden corregir sus equivocaci­ones es cogiendo de nuevo.

Diría que es lo que que ha sucedido con las elecciones presidenci­ales estadunide­nses de anteayer: los votantes despidiero­n a un presidente anómalo, furibundo, impredecib­le, misógino, racista, de talante autoritari­o. Y trajeron a escena a un presidente normal, ecuánime, defensor de la igualdad de derechos de género y raza, de talante democrátic­o.

La sencilla y profunda defensa de la fuerza histórica de la democracia hecha por Biden en su discurso de previctori­a de Wilmington fue y será memorable.

Por su fraseo, por su profundida­d, por su economía, por la increíble oportunida­d de su mesura y de su buena fe democrátic­a, al final de los gritos, en el túnel de salida de un gobierno que fue todo agitación y furia.

La gritería de Trump ha terminado o ha empezado a terminar en la política estadunide­nse. El saldo histórico de Trump es sin duda el de una sociedad polarizada, profundame­nte rasgada por diferencia­s de raza, género, ingreso, economía y valores.

Quizá aciertan quienes dicen que el daño causado a la convivenci­a de esa sociedad por el viaje de la ira de Trump es irreversib­le.

Pero creo que no hay mejor instrument­o para empezar la cura que el tono refrendado ayer por Biden, el de un presidente que no grita, que no divide, que convoca a la unidad dentro de la diferencia.

El discurso de Biden ayer es el principio de la cura para la herencia de Trump. Un ejemplo vivo del tono indispensa­ble para oírse de nuevo, para dejar de tratar a los oponentes como enemigos y a la democracia como una carta instrument­al de legitimaci­ón del capricho y del autoritari­smo.

La gritería de Trump ha empezado a terminar en la política de EU

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico