¿Cómo no se dieron cuenta?
No puede sino aplaudirse la medida disciplinaria de la directiva de las Chivas. Prescindir de forma indefinida de cuatro jugadores, justo cuando el equipo se prepara para encarar la reclasificación de la Liguilla, es una acción que ilustra compromiso y congruencia.
Estos cuatro futbolistas participaron en hechos que no congenian con el comportamiento que un deportista profesional debe mantener. En el caso del mediocampista Dieter Villalpando se encuentra atendiendo un proceso legal producto de una acusación por un presunto abuso a una menor de edad.
Los otros tres jugadores sancionados son: Alexis Peña, José Juan Vázquez y Eduardo López. Todo indica que tuvieron participación en el hecho investigado, presuntamente son cómplices de Villalpando.
Ninguno de los cuatro, anunciaron Amaury Vergara, propietario de las Chivas; y Ricardo Peláez, el mandamás deportivo de este equipo, volverán a jugar con los rojiblancos.
Supongo que una decisión de esta naturaleza ha representado ya una sacudida brutal en el plantel de las Chivas. Cualquier otro jugador se pondrá a pensar seriamente la pertinencia de cometer una acción marcada como indisciplina. Pero harían muy mal Vergara y Peláez en limitarse a esta medida. Ambos personajes tendrán que desarrollar una profunda y honesta autocrítica. ¿Qué hicieron mal? ¿Cómo contrataron o cómo formaron futbolistas con estas características? ¿Por qué tienen que venir a descubrir de qué atrocidades son capaces hasta que las cometen y son exhibidos judicial y públicamente?
Es lo que sigue y será inevitable que sobre todo Ricardo hable de ello. El medio futbolístico sabe que Peláez es un hombre de un comportamiento rígido, muy apegado a la disciplina y la claridad. Es un directivo con prestigio de atento y cuidadoso a este tipo de detalles. No era la primera vez reciente que jugadores rojiblancos incurrían en indisciplinas que terminaron generando crisis.
Una decisión de esta naturaleza ha representado una sacudida brutal en el plantel de las Chivas