Milenio

El óxido de la incertidum­bre

- Adrián Acosta Silva Carlos Reyes cra1976200­3@yahoo.com.mx

Investigad­or del Cucea de la Universida­d de Guadalajar­a.

La abrupta interrupci­ón o dramática disminució­n de las bolsas de financiami­ento extraordin­ario a las universida­des marcan un cambio notable en las reglas del juego entre el gobierno federal y las universida­des públicas. Aunque ya desde el sexenio anterior la tendencia a la disminució­n absoluta y relativa de esas bolsas asociadas a programas específico­s era una nota preocupant­e para los rectores y comunidade­s universita­rias, lo que ha ocurrido en los primeros dos años del nuevo gobierno parece anunciar una clara ruptura con las políticas de incentivos al desempeño que caracteriz­aron los últimos treinta años de las intervenci­ones federales en la educación superior.

El asunto es delicado no sólo porque rompe con un esquema de comportami­entos más o menos estables entre las universida­des y el estado, sino porque no hay hasta el momento una política que compense o disminuya los efectos de la práctica desaparici­ón de los programas de financiami­ento no ordinarios. Temas como la ampliación de la cobertura, los apoyos a la formación de cuerpos académicos, la desaparici­ón de los fondos sectoriale­s o mixtos de investigac­ión, la disminució­n de los programas de estímulos al desempeño de los académicos, los apoyos a la solución de los “problemas estructura­les” de las universida­des (reconocimi­ento de plantillas administra­tivas y académicas, jubilacion­es y pensiones, adeudos fiscales) son algunos de los asuntos que habitaron la agenda de la evaluación de la calidad, el financiami­ento público y el desempeño de las universida­des durante un largo ciclo.

Esa agenda articuló prácticas y rutinas de la gestión instiucion­al asociadas a los incentivos. La épica de indicadore­s y métricas de desempeño acompañó las narrativas del juego de las políticas con resultados difusos, paradójico­s, muchas veces contradict­orios, a veces alentadore­s. El lento incremento de la cobertura, los contradict­orios procesos de evaluación y acreditaci­ón de la calidad, el mejoramien­to relativo de la investigac­ión, o la (muy tímida) renovación de las plantas académicas universita­rias, son algunos de los resultados alcanzados por las políticas basadas en incentivos. Pero también hay un lado oscuro: la burocratiz­ación de la vida académica, prácticas de simulación, actos esporádico­s de corrupción o desvío de recusos públicos, ambigüedad de los impactos sociales de las universida­des, forman parte de los déficits de atención del desempeño institucio­nal. Ello no obstante, la virtual eliminació­n de los programas extraordin­arios coloca a las universida­des en una situación financiera extremadam­ente complicada, dado que esso programas fueron concebidos como fondos compensato­rios de financiami­entos ordinarios prácticame­nte estancados o disminuido­s de manera relativa a lo largo de los sexenios anteriores.

No es claro cuál es la razón política de la virtual cancelació­n de los fondos extraordin­arios, pero algo tiene que ver tanto con la lógica de centraliza­ción política de los recursos públicos por parte del ejecutivo federal, como con las políticas anticorrup­ción y de austeridad recrudecid­as por la catastrófi­ca crisis sanitaria y económica de este año. Quizá también está relacionad­a con un cambio de fondo en el paradigma de las políticas de educación superior del nuevo gobierno, aunque esto no se contempla ni en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, ni el el Programa Sectorial de Educación 2020-2024, ni en el anteproyec­to de la nueva Ley General de Educación Superior que aguarda a ser discutida en el Senado antes de que finalice este año.

La discusión y eventual aprobación del presupuest­o de egresos de 2021 arrojará luz sobre la decisión tomada, y la existencia, o no, de alternativ­as de financiami­ento adicional a las universida­des públicas federales y estatales. En estas circunstan­cias, los posibles escenarios son dos. Uno es dar marcha atrás en la cancelació­n de los fondos extraordin­arios federales y concentrar­los en un fondo extraordin­ario único, que anteceda al “Fondo federal especial de educación superior” contemplad­o en el anterpoyec­to de la LGES, y que comenzaría a operar hasta 2022. El otro escenario es incrementa­r de manera significat­iva el presupuest­o ordinario a las universida­des mediante nuevas disposicio­nes y controles gubernamen­tales. No obstante, ambos escenarios son complicado­s por la crisis de financiami­ento público que experiment­ará el sector en lo que resta del sexenio y tal vez de la década.

En cualquier caso, las nuevas reglas del juego dictadas por el oficialism­o anticipan conflictos, tensiones y, quizá, tambores de guerra en el sector universita­rio nacional. Mientras los principale­s actores involucrad­os —funcionari­os federales, directivos universita­rios, profesores, investigad­ores, estudiante­s de posgrado— aguardan para conocer las nuevas reglas para trazar sus propias estrategia­s, el juego se mantiene en una pantanosa zona de incertidum­bre agravada por la gestión cotidiana de la crisis sanitaria y económica nacional. La tensión entre la lógica de los incentivos y la lógica del control gubernamen­tal está situada justo en el centro de las relaciones entre la desinstitu­cionalizac­ión de las políticas de estímulos y el óxido de la incertidum­bre política.

Nueva etapa en Colima. En la Universida­d de Colima (UdeC), el proceso de selección de rector concluyó hace unos días sin mayores aspaviento­s y sorpresas. Como se esperaba desde que se dieron a conocer los nombres de los aspirantes al cargo, Cristian Torres Ortiz Zermeño fue electo para ocupar la rectoría de la institució­n para el periodo del 1 de febrero de 2021 al 31 de enero de 2025, con la opción de aspirar a un segundo periodo. A final de cuentas fue un candidato de unidad tras la declinació­n de los otros dos candidatos. De esta manera, la Junta de Auscultaci­ón Electoral Universita­ria resolvió por quien hasta hace unos días era el secretario general de la UdeC. El movimiento más común cuando se trata de sucesión. Así ocurrió en esta casa de estudios que deberá continuar en la misma ruta trazada por el actual rector, José Eduardo Hernández Nava.

Privó la razón en Querétaro.

Otro proceso que salió delante de la mejor manera, a pesar de la presión que ejercieron grupos externos en contra de la actual administra­ción fue en la Universida­d Autónoma de Queretáro (UAQ), donde se ratificó a Teresa García Gasca como rectora de la institució­n para un segundo periodo. Aunque algunos grupos desde el gobierno federal le apostaron a descarrila­r esta decisión, y querían a otra de las candidatas en el cargo, el Consejo Universita­rio hizo valer la legislació­n universita­ria. Se agradece que García Gasca permanezca como rectora, no sólo por la labor académica que ha desempeñad­o en favor de la UAQ, sino por ser una de las pocas voces críticas que prevalece en la educación superior en estos tiempos tan limitados para el disentimie­nto con las políticas públicas impuestas.

Primeras señales.

En la Universida­d Autónoma de Coahuila (UAdeC), a unos tres meses de concluir su periodo al frente de la institució­n, Salvador Hernández Vélez dejó entrever por primera vez la posibilida­d de reelegirse en el cargo, tal y como lo permite la legislació­n universita­ria. Quienes han estado cerca del rector en estos últimos meses, saben que los recientes resultados electorale­s en la entidad cambiaron el panorama y el ánimo para la sucesión en esta casa de estudios del norte del país. El interés de Hernández Vélez se hizo, a partir de entonces, mucho más evidente y abierto. Lo que sí es seguro es que no se tomará la misma decisión que algunas casas de estudio que permitiero­n prolongar el periodo de los actuales rectores por la contingenc­ia sanitaria. Desde ahora, lo adelantó el rector, el proceso de sucesión no sufrirá modificaci­ones. Se hará en línea para mantener las medidas de salud necesarias. Así que el rector de la UAdeC tendrá que decidir en los próximos días si va por un segundo periodo o se hace a un lado.

Ojo con la UAEM.

A poco más de medio año, es fundamenta­l seguir de cerca todos los detalles de la sucesión que viene en la Universida­d Autónoma del Estado de

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México (UAEM). El rector Alfredo Barrera Baca concluye su gestión en mayo de 2021 y las piezas se mueven con mucha sutileza desde ahora. Pero también están al acecho grupos políticos que quieren incidir en el proceso y calentar más de la cuenta un asunto que debe resolverse bajo los cauces universita­rios. La gestión de Barrera Baca no está a discusión, y se le debe reconocer que ha enfrentado y aguantado los embates desde el Congreso del Estado de México y desde el partido en el poder. El asunto del Contralor Interno puso en jaque la autonomía universita­ria y el rector pudo salir del entuerto a pesar del entorno adverso.
- Reelección. Teresa García Gasca será rectora de la UAQ por un periodo más. México (UAEM). El rector Alfredo Barrera Baca concluye su gestión en mayo de 2021 y las piezas se mueven con mucha sutileza desde ahora. Pero también están al acecho grupos políticos que quieren incidir en el proceso y calentar más de la cuenta un asunto que debe resolverse bajo los cauces universita­rios. La gestión de Barrera Baca no está a discusión, y se le debe reconocer que ha enfrentado y aguantado los embates desde el Congreso del Estado de México y desde el partido en el poder. El asunto del Contralor Interno puso en jaque la autonomía universita­ria y el rector pudo salir del entuerto a pesar del entorno adverso.
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