Milenio

Vida Ruina

- SUSANA IGLESIAS*

Descubrí que no podía darle al mundo el ‘amor’ que exigían de mí, así que les regalé mi odio.” Estamos crudos en un local de mariscos estilo Sinaloa llamado El Peladito, en Gabriel Mancera colonia Del Valle, suena Ariel Camacho y Los Plebes del Rancho. Sus ojos son tiernos, Danny Furia: el hombre más parecido a Marlon Brando que he conocido, atrás quedó ese billete enrollado en la mesa, atrás quedó la noche, atrás nuestro pasado diluido en ácido y botellas rotas, vacías, sangre en el piso. He pasado varias noches con él para intentar escribirlo, lo observo fumar, a veces lleva playera a veces no, abre su corazón y escupe, se burla de la existencia, de mí y de él. Todo comenzó un domingo, fui invitada al ensayo de una de las bandas de Ciudad de México que tocan un furioso y potente PUNK: Vida Ruina, prometedor­a en la escena. El taxi de la aplicación nos perdió en Chalco. Llegamos a la parte oriente del Tianguis de Las Torres en Iztapalapa, huele a cadáver como en aquella tocada legendaria en la que los Vida Ruina tocaron en un baldío con perros muertos reventados, cuentan que Danny Furia (vocal y letras) tumbó a un policía que quiso detener el concierto, le aventó en la cara un perro reventado, después a puño limpio lo echó de ahí. Con miedo al covid-19 nos internamos entre la inmunidad de rebaño del tianguis, suicidamen­te comimos quesadilla­s, encontraro­n un traje para el show de Danny, por tan solo 150 pesos un ex marero (vendedor) lo modeló, fue un gran momento. No sé si punks es una etiqueta justa, lo que sí tengo claro es que son personas especiales, Gnomo (bajo) es un filósofo, su vida es la música, la considera el arte más alto, un trago de champagne y me pregunta: —¿Qué pasó con Nietzsche? —No sé —Le cargaron el guante. Jaime (guitarra) habla del purismo en la música, dice que le dan ganas de vomitar cuando habla de notas y velocidad con músicos, no le interesa ir por ese camino, está gastado, lo conoce, está lejos de esas limitacion­es, tiene otra pasión: la fotografía. Cristóbal Martínez (batería) sabe tocar jazz y marchas de guerra, su amor serrano-sinaloense lo llevó a Vida Ruina. Su canción Señor Feudal es un himno contra la sumisión en el trabajo, en ella agradecen a los patrones exprimirno­s, en realidad es un escupitajo sarcástico en la quincena. Estar con Danny Furia es buscar en un Seven una manzana y una pluma bic a la una de la mañana. Su disco se estrena hoy 14 de noviembre en todas las plataforma­s de música, cinco tracks que recopilan el sonido brutal de las distintas formas de violencia urbana. Masacre en Tequez está inspirada en aquella noche fatídica en Garibaldi, la noche de los mariachis asesinos. Yo no sé de música, ni me interesa saber de música, ¿sabes lo que realmente me interesa? Aprender a bailar cumbia, dice Danny mientras mira desafiante, pone una canción de Misfits, Last Caress. Habla del suicidio, de la vez que cayó en coma por beberse de golpe una botella de vodka, ríe, enciende un cigarro.

* ESCRITORA. AUTORA DE LA NOVELA SEÑORITA VODKA (TUSQUETS)

Todo comenzó un domingo cuando fui al ensayo de una banda de furioso y potente punk

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