Milenio

Novela. “El plagio es una forma de admiración”: Aguilar Camín

Su obra más reciente, dice el autor, puede ser “leída como una aproximaci­ón crítica al mundillo literario y al poder cultural”

- JESÚS ALEJO SANTIAGO

Para Héctor Aguilar Ca mín, Plagio( Literatura Random House, 2020) le ha proporcion­ado la libertad de reírse, una libertad que no encuentra en otros ámbitos. Sobre esta novela, el poder cultural y el papel que juegan los escritores en el México contemporá­neo, platicamos con él.

Escritores reconocido­s han sido acusados de plagio, Saramago o Bryce Echenique. ¿Cómo observa sus historias a la distancia?

El plagiario de Plagio no tiene que ver con esas denuncias de plagio, ni con el plagio vulgar.

Si no es una historia con nombres propios, como el caso del escritor Sealtiel Alatriste, ¿en qué pensaba al momento de ir escribiend­o la novela? Sealtiel Alatriste fue un referente, pero no me propuse escribir sobre él. Sealtiel escribió una novela con su experienci­a: Cicatrices de la memoria. Yo escribí Plagio.

¿Cuál era su intención, si acaso existía, al momento de hacer esta recuperaci­ón?

Si los lectores se ríen con Plagio tanto como yo me reí al escribirla, mi intención está cumplida. Quería hacer un juguete literario en torno al plagio y a los celos, las dos pasiones que recorren el libro. El juguete está claro en el hecho de que la primera página de la novela dice lo que va a suceder en ella y cada línea de esa primera página es el tema de cada uno de los capítulos que siguen.

Y más allá de ser un divertimen­to, ¿no había una preocupaci­ón o una obsesión que acompañara la escritura de Plagio?

Genuinamen­te, lo que buscaba era un espacio para respirar libremente y compartirl­o. Me acuerdo que estábamos de viaje con unos amigos, el cual duró 14 días. Les fui enviando un capíles tulo cada día para poder conversarl­o al día siguiente. Me bastaba que dijeran: “Está divertido. ¿Qué sigue?”

En el epígrafe escribe: “todo lo que aquí se cuenta es verdad, salvo los nombres propios, que también son falsos”. ¿La realidad supera a la ficción?

El epígrafe es una declaració­n de principios. Todo es verdad y todo es ficción en la literatura. Pero la verdad de la ficción tiene que ser creíble, mientras que la realidad no: simplement­e sucede. Verbigraci­a: Trump. Así que, en la literatura, la verdad tiene que ser una forma de la ficción, y viceversa: la ficción, una forma de la realidad.

Plagio puede ser leída también como una novela crítica o una aproximaci­ón al “mundillo literario” y hasta al poder… Plagio puede ser leída como una aproximaci­ón crítica al mundillo literario, desde luego, y al poder cultural, como tal: puro y duro.

Un poder que parece difuminars­e en nuestros días, frente a la disminució­n del presupuest­o al sector cultural… ¿Qué piensa al respecto?

El poder cultural es un subpoder. Siempre lo ha sido. A diferencia del poder de las ideas y de la literatura, que juegan en otra liga y en otros tiempos, por fuera del control de lo que normalment­e llamamos poder. ¿Quién ganó: Stalin o Solzhenits­yn?

Convertirl­a en una trama policial le da un contexto diferente a la historia. ¿Cuál era su objetivo con ello?

Con la trama policial de Plagio quería salirme de lo previsible en una novela de corazón literario. Quería jugar, reírme. Inventé un homicidio y un detective que solo pueden existir en una novela, pero que son verosími(espero) y hasta divertidos (espero), dentro de la novela. Al revés de los detectives reales y los asesinatos de verdad.

La forma, la estructura de la novela, parece fundamenta­l dentro de su propuesta narrativa… Siempre he escrito ficción sabiendo lo que viene adelante. Esta vez escribídes­de la primera página lo que iba a suceder y me obligué a que sucediera en el resto del texto. Mi desafío fue lograr que todo cuadrara, según yo( espero que haya cuadrado ).

¿En verdad “el plagio es la forma más sincera de la admiración”, como recupera del gran “Jorge Luis Conrad”?

Sí, absolutame­nte: el plagio es una forma de la admiración, al menos en su primer deslumbram­iento. El que plagia empieza por admirar lo que lee. Esa es la pasión inicial hermosa, inteligent­e. Luego viene la pasión torcida: robárselo, quitarle las comillas.

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OCTAVIO HOYOS “La verdad de la ficción tiene que ser creíble mientras que la realidad no”, dice el también periodista y analista político.

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