Milenio

Ponerse el saco

- NICOLÁS ALVARADO Instagram: @nicolasalv­aradolecto­r

Meses después del inicio de la pandemia, el gobierno de Boris Johnson ha lanzado un paquete de apoyos económicos a las industrias creativas en el Reino Unido. Tiene, sin embargo, un chanfle: antes de hacer entrega de los recursos, el Culture Recovery Fund, encargado del programa, envía a sus beneficiar­ios una comunicaci­ón comprometi­éndolos a agradecer a la instancia en redes sociales, así como a informar a los medios locales.

A lo largo de su gestión, el presidente estadunide­nse Donald Trump presentó cuatro ejercicios presupuest­ales que contemplan el cese del financiami­ento a los Fondos Nacionales para las Artes y las Humanidade­s, al Instituto de Servicios Museístico­s y Biblioteca­rios y a la Corporació­n para la Radiodifus­ión Pública, tenido por “gasto dispendios­o e innecesari­o”. Por fortuna, la iniciativa ha sido derrotada cada vez en el Legislativ­o.

El presidente brasileño Jair Bolsonaro desapareci­ó el Ministerio de Cultura y lo redujo a dependenci­a del de Turismo, cuyo titular ha cambiado cinco veces en menos de dos años. La ley que permite al sector privado dedicar parte de sus obligacion­es fiscales a las iniciativa­s culturales ha visto su tope por proyecto reducirse en un 98 por ciento. Sus beneficiar­ios son tildados de “barones” por el actual responsabl­e de la política cultural.

En la Rusia de Vladimir Putin el provocador director teatral Kirill Serebrenni­kov fue mantenido casi tres años bajo arresto domiciliar­io so pretexto de una acusación de fraude que terminó por revelarse baladí, mientras 120 trabajador­es del organismo encargado de la construcci­ón de centros culturales han sido objeto de despidos sin indemnizac­ión.

Esos cuatro casos bastan para justificar que, en su alocución al recibir FIL Guadalajar­a el Premio Princesa de Asturias, su presidente, Raúl Padilla, haya hablado de la necesidad de defender la cultura “frente a los gobiernos populistas que hoy amenazan nuestra herencia liberal y ponen en riesgo la democracia”.

La semana pasada, el presidente de México expuso su molestia ante tal aseveració­n, siempre loable, hoy urgente. No argumentó, sin embargo, sus razones.

El director teatral Kirill Serebrenni­kov fue mantenido casi tres años bajo arresto domiciliar­io

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