Milenio

Fadanelli

“Hicimos una buena amistad, de personas que no fingían, ni estamos haciendo política ni queríamos un lugar en la literatura, nada, y creo que nació una solidarida­d importante...”, relata el escritor sobre el poeta

- DIEGO ENRIQUE OSORNO

Entonces entra en un problema con Carlos —que tampoco cantaba mal las rancheras— y lo amenazó. Me contó que lo había ido a amenazar Samuel, y yo le dije: ‘la próxima vez que venga Samuel, me lo detienes, porque él y yo nos debemos una pelea’. Eran mis tiempos salvajes, ahora soy un caballero, casi un valet parking que nunca chocará a otro auto.

Cuarto round

Fadanelli volvió a ver a Samuel en Casa Lamm, durante la presentaci­ón de un libro de Leonardo Da Jandra.

“Leonardo ejercía algo parecido a lo que yo ejercía sobre Samuel: una especie de camaraderí­a o fraternida­d sin ambigüedad­es. Te debe parecer primitivo que lo diga, porque la violencia debe ser el último recurso o debe estar borrada de nuestro horizonte, pero Samuel siempre te provocaba, y tanto Da Jandra como yo podíamos con él, y sin embargo percibíamo­s, o al menos yo —espero que Da Jandra también— un alma de niño, una especie de orfandad metafísica, así le diría yo, y de pronto encontré en él una persona nobilísima, un niño dispuesto a la charla, a confesarte los odios contra su padre, su vida difícil.

“Además, con Da Jandra tenía la particular­idad de que Leo, siendo tan viejo (no viejo pero le llevaba 20 años), le daba consejos, consejos de padre porque Leonardo siempre tiene esa palabra de predicador y sacerdote, y Samuel se sentía muy cómodo junto a alguien que lo quisiera llevar al buen camino.

“Pero el buen camino y Samuel Noyola estaban divorciado­s desde que nació, por eso sus buenos poemas, y entonces hicimos una buena amistad, de personas que no fingían, ni estamos haciendo política, ni queríamos un lugar en la literatura, nada, y creo que nació una solidarida­d importante y recuerdo que en este lugar en Álvaro Obregón, Casa Lamm, ahí estaba la izquierda exquisita, estaban las señoras copetudas dándonos la bendición de la cultura y el dinero de sus maridos y en fin, estaba lleno ahí y en eso aparece la sombra de una figura recia: Samuel, y nos pone en la mesa una botella de Tonayán, una cosa horrorosa y yo de inmediato di un trago y le dije: ‘gracias, Samuel, que apareciste en el momento adecuado’.

“A partir de ahí, ya tuvimos una paz perpetua”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico