Escombros de la clase política latinoamericana
En América Latina, los jóvenes están votando con los pies. Desde Guatemala, pasando por Perú, Brasil o Chile la protesta se radicaliza con razones emparentadas.
Este fin de semana, un grupo de manifestantes prendió fuego a la Asamblea Legislativa de Guatemala, mientras miles exigían la renuncia del presidente Alejandro Giamattei por haber forzado la aprobación de un presupuesto obsesionado con las grandes obras de infraestructura y desentendido de las demandas sociales.
Antes, la mayoría oficialista había impedido que los legisladores de oposición conocieran y votaran los egresos para el próximo año.
La erupción política alcanzó tal magnitud que el vicepresidente, Guillermo Castillo, propuso el viernes pasado a Giamattei que ambos dimitieran.
Previamente, miles de jóvenes, en distintas ciudades de Perú, exigieron y lograron la renuncia del presidente Manuel Merino, quien se benefició de una operación oscura para derrocar a su predecesor Martín Vizcarra. Este país tiembla lastrado por la corrupción y la derrota definitiva de los partidos políticos tradicionales.
En Brasil, Jair Bolsonaro también ha visto difícil su suerte. Seis de cada 10 adultos desaprueban su gestión, su gabinete se fractura y sendas acusaciones pesan sobre sus hijos por presunto lavado de dinero. Frente a estos
Los más jóvenes están votando fuerte y sonoro con los pies
hechos Bolsonaro ha tratado por todos los medios de obstruir justicia. El Trump tropicalizado, como lo llaman sus enemigos, conduce al país hacia un profundo barranco.
En El Salvador, Nayib Bukele gobierna también sobre un polvorín. Todavía mana hiel de la herida que este mandatario impuso al Poder Legislativo cuando, a principios de año, ordenó al ejército que ocupara el Congreso.
Un año antes, en Chile, la generación más joven puso el ejemplo y logró tirar a la basura la Constitución del dictador Augusto Pinochet. Esta crisis comienza a encontrar cauce gracias a la iniciativa de un nuevo pacto constitucional.
Sería erróneo suponer que estos hechos son aislados. En América Latina, los más jóvenes están votando fuerte y son oro con los pies porque están hartos.
Zoom: Recorren las calles sobre los escombros de la política tradicional que equivocadamente se desentendió de su suerte.