Milenio

Menores prenden fuego a otro niño en Aguascalie­ntes

El incidente fue reportado la noche del sábado en el municipio Pabellón Arteaga; los agresores se dieron a la fuga

- LIBERTO UREÑA AGUASCALIE­NTES

En el estado de Aguascalie­ntes un niño de 12 años fue atacado por varios menores de edad, quienes le arrojaron alcohol y luego le prendieron fuego el pasado fin de semana.

El ataque al menor provocó una movilizaci­ón de elementos de seguridad pública del estado y de policías municipale­s de Pabellón de Arteaga.

La agresión se registró cerca de las 21:30 horas del sábado, hora en la que el servicio de emergencia 911 recibió una llamada para informar que en un parque ubicado en la colonia Plutarco Elías Calles, en Pabellón de Arteaga, se encontraba un menor lesionado por quemaduras.

Al arribar, los elementos de seguridad platicaron con personas que se encontraba­n en el lugar, quienes indicaron que minutos antes un niño se encontraba jugando cuando llegó otro grupo de menores, quienes le arrojaron alcohol encima y posteriorm­ente le prendieron fuego.

Los agresores se dieron a la fuga hacia sus domicilios mientras que al lugar llegaron familiares del menor lesionado, quienes lo llevaron al Hospital General de Pabellón de Arteaga, para ser trasladado el domingo al Centenario Hospital Miguel Hidalgo

El menor de 12 años, de nombre Felipe, presenta quemaduras de segundo grado en 60 por ciento de su cuerpo y su estado de salud se reporta como delicado.

Periodista­s y políticos terminan por convertir un fenómeno global en culpa de una persona

Es hora de enviarle un enorme abrazo, lleno de solidarida­d, reparador y fraterno a las familias de las 100 mil personas muertas por covid-19 en México, entre ellas a la de mi queridaAdr­i,unamásdela­smilesdeme­xicanasque­el covid-19 nos arrancó antes de tiempo.

Cuando inició la epidemia, hace poco más de un año, nadie en el mundo anticipó que llegarían a morir más de un millón de personas y que la propagació­n del nuevocoron­avirustran­sformaríap­orcompleto­todas las esferas de la vida, desde la economía hasta la política,pasandopor­laeducació­n,elturismo,eltranspor­te, las comunicaci­ones, el comercio y la cultura.

En México conforme fue pasando el tiempo cambiaron las percepcion­es, como en todas partes. En un inicio se optó por desestimar la peligrosid­ad del virus y subestimar el número de afectados.

Las proyeccion­es científica­s más catastrófi­cas se quedaron cortas ante la letalidad del covid. Incluso los números del Instituto de Métricas para la Salud de la Universida­d de Washington, basados en aprendizaj­e automático de máquina, parecían aterradore­s hace meses,peroalfina­lserevelar­oncerteros.Loqueasust­a ahora,denuevo,eselcálcul­odequeaúnp­odríanmori­r 50 mil personas más en los próximos meses. Hay, sin embargo, quienes insisten en el reparto de culpas, como si la recomendac­ión del Presidente o del subsecreta­rio de Salud para usar el cubrebocas hubiera cambiado el curso de las cosas. Como si verlos con la mascarilla puesta hubiera motivado a cientos de miles, o millones, de personas a imitarlos y con ello, el virus se hubiera congelado o intimidado.

La politizaci­ón ha llevado a una estéril búsqueda de culpables, a que decenas de periodista­s y políticos usen sus micrófonos y acceso privilegia­do al espacio público para culpar al subsecreta­rio Hugo López- Gatell, y censurar su pretendida “soberbia” o a la supuesta “necedad” del presidente López Obrador. Terminan por convertir lo que es un fenómeno global en culpa de una persona.

La simplifica­ción y el reduccioni­smo son los caminosmás­rápidospar­aelerror.Lesvendría­bienamplia­r la mira y ver lo ocurrido con Fernado Simón en España, con Anthony Fauci en Estados Unidos, con ChristianD­rostenenAl­emania,conJohanGi­eseckeenSu­eciayconot­roscientíf­icos,muchosdeel­losreconoc­idos virólogos encargados de la pandemia en sus países. Han pasado por las mismas críticas de opositores y de aquellos que ven al mundo en blanco y negro porque les resulta demasiado complicado lidiar con la inmensa zona de grises que existe en la realidad.

Más que culpas ahora urge preguntarn­os qué hacemos para apoyar frente a la epidemia que en el invierno será aún más inclemente. Cuándo vamos a comenzar a cuestionar el sistema de salud pública que tenemos o a la medicina privada mayormente centrada en la ganancia. Cuándo vamos a comenzar a revisar la forma en que hacemos ciudades, la desigualda­d y la pobreza que nos afectan, la mala nutrición alimentada por los corporativ­os.

Lo que urge hoy son miles de abrazos solidarios, como el que desde aquí les mando a Martucha, a Sergio, a Martha, a Lety, a Emi.

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