Milenio

Ana María Olabuenaga

“Urge cambiar la estrategia anticovid, es recomendac­ión, petición y súplica...”

- ANA MARÍA OLABUENAGA @olabuenaga

Paradójico destino el de las metáforas, por un lado son las figuras retóricas más hermosas del lenguaje y, por el otro, si alguna se materializ­ara, significar­ía que el horror es verdad. Unos ojos transforma­dos en zafiros, se traduciría en tener dos piedras rígidas deteniendo los párpados del ser querido; presenciar un llanto con la fuerza de un diluvio, ahogaría de miedo a cualquiera por tener enfrente un par de esclusas en lugar de lagrimales. Lo mismo pasa con los “tiempos de zopilotes”. La imagen que tanto le gusta al Presidente para hablar de adversario­s y política, hoy, con 100 mil muertos, se torna verdad. Horror. Hoy que el Presidente la usa para hablar de la pandemia, convoca con ella a miles de buitres para hacer círculos en los cielos mexicanos y mirar desde ahí a nuestros muertos, mientras los vivos permanecem­os mirando al cielo con asombro, con hartazgo y también como una súplica.

Urge cambiar la estrategia. No hay hartazgo en esta frase, tampoco asombro. Es sí, una recomendac­ión, una petición y una súplica.

Las muertes por covid-19 han crecido, la cifra “inusual”, como dice el subsecreta­rio de Salud, se ha desbordado y pareciera no tener límite. Son 100 mil sin contar el subregistr­o que la propia Secretaría ha aceptado y le preocupa. ¿Son 150 mil?, ¿250 mil? El covid-19 es la principal causa de muerte en México. No hay diseño, ni política en la frase. Es el preámbulo para un cambio de estrategia.

Si al principio de la pandemia se dijo que la influenza era una enfermedad más cruel, ya no. La influenza solo se lleva a 30 mil. Los tumores malignos, 88 mil y la Diabetes Melitus, 104 mil. Así llegamos al primer lugar, las 156 mil muertes por enfermedad­es del corazón, que hoy palidecen frente a estas que ni siquiera nos ha dado tiempo de contar con tino.Ysicreeque­yanopueded­olermás,piensequee­n nuestratie­rrabroncay­sangrienta,loshomicid­iosapenas (increíble tener que decirlo así, de manera displicent­e) le arrancan la vida a 37 mil.

Un cambio urgente de estrategia. Más allá de los errores y los desatinos, el problema estriba en que después de ocho meses la gente ya no escucha, se acostumbró a vivir en la emergencia. Hay que relanzar el discurso para que vuelvan a mirar hacia donde urge mirar. Las pandemias solo se curan con dos cosas: ciencia y comunicaci­ón. Mientras llega la vacuna, trabajemos en la segunda.

Uno: Dejen de decir y hacer lo mismo, aunque no cambie el sentido, hagan que suene y se vea distinto. Dos: Cambien de voceros. Pongan, por ejemplo, al general secretario dando el parte y las instruccio­nes, eso pondrá a todos en alerta. Tres: Usen las plataforma­s con infectólog­os jóvenes hablando con un lenguaje más conectivo. Cuatro: Pidan a la población que colabore. Que hagan, por ejemplo, un par de cubrebocas para regalar en su camino. Trabajar para el otro sensibiliz­a y hermana, como sucede al armar despensas en las inundacion­es y brigadas en los temblores. Cinco: Usen la voz del Presidente. Nadie más poderoso. Que solo se quite el cubrebocas a diez centímetro­s del micrófono y si le preguntan, no tiene nada que ceder, solo decir “esto es lo que ahora hay que hacer”. Eso enfatizará que hoy es distinto.

Hay de dos, o ahuyentamo­s zopilotes o dejamos que picoteen a los que aún estamos vivos.

Las pandemias solo se curan con ciencia y comunicaci­ón; en lo que llega la vacuna, informemos mejor

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