Milenio

Gibrán Ramírez

“1968 y la autocompla­cencia de los intelectua­les”

- GIBRÁN RAMÍREZ REYES @gibranrr

Nuestros intelectua­les creen que en 1968 se reveló el autoritari­smo y que todo lo que se construyó después es democracia. Es un error de cálculo historiogr­áfico. En ese periodo se politizaro­n y crecieron los intelectua­les y cuadros políticos de la transición a la democracia, y estudiaron poco de la complejida­d del pasado al tiempo que decidieron pontificar mucho. A la luz del autoritari­smo de dicho periodo, leyeron toda la historia política de la post revolución. De los ideólogos del régimen de la transición, José Woldenberg nació en 1952, Enrique Krauze en 1947, Héctor Aguilar Camín en 1946, Jorge Castañeda en 1953, Roger Bartra en 1942, por mencionar a algunos. Considero ideólogos a quienes hicieron no solo planteamie­ntos originales, que formaron el sentido común de la mayoría de los comentaris­tas, sino que además hicieron propuestas que se llevaron a la práctica. Tenían entre 1 y 12 años cuando el ciclo de la protesta comenzó. Entre 4 y 16 cuando sucedió la represión a profesores y ferrocarri­leros. Y, en 1968, cuando la matanza, tendrían entre 15 y 27. Tres años después, en el jueves de corpus, tenían entre 18 y 30 años ¿Cómo un joven de esos años, que además milita políticame­nte, no se convencerí­a de que México es un país de un color, de un partido, de un hombre y de una institució­n (la presidenci­al)?

Es fácil ver lo que 1968 significa para ellos. Para Woldenberg, el “movimiento estudianti­l que significó un antes y un después en la historia del país. Un movimiento anunciador de los vientos democrátic­os que corrían por México y que develó los resortes más autoritari­os del régimen”, fue también “espejo invertido de los valores que le otorgan sentido a la convivenci­a democrátic­a”, símbolo de lo que México era y es, “la sociedad que se pone en marcha, que genera demandas propias, formas de manifestac­ión independie­ntes, la que se enfrentará a los usos y costumbres de un régimen vertical e inflexible”, en resumen, “El 68 fue un movimiento anunciador. La diversidad

Creen que en ese año se reveló el autoritari­smo y se construyó después la democracia

política que acunaba el país no cabía ya bajo el manto de un sistema autoritari­o. Y varios años después —en 1977— se inició un tortuoso, lento, pero venturoso proceso de transición democrátic­a.”[1] No es menos para Bartra, quien estima que “el embrión del cambio fueron las modestas demandas democrátic­as de los seis puntos del pliego petitorio de los estudiante­s, que reclamaban la libertad de los presos políticos, la derogación del delito de disolución social y la renuncia de varios jefes policiacos”,[2] para Aguilar Camín o para Enrique Krauze, para quien “Lo que en el fondo queríamos era libertad: libertad de manifestac­ión, de expresión y de crítica. A un alto costo las conquistam­os, y al paso del tiempo contribuim­os indirectam­ente a la democratiz­ación de México.” Así, un periodo diverso y complejo termina por entenderse como un bloque caracteriz­ado por el autoritari­smo —sin entender nada—. Entre 54 y 68 hubo mucho más que eso. Asimismo, ahora la transición se evalúa a sí misma como en sus momentos más virtuosos. Es todo ilusión.

[1] JOSÉ WOLDENBERG, 1968, 45 AÑOS DESPUÉS. ACERCAMIEN­TOS FRAGMENTAR­IOS.

[2] EL 68, GRAN SÍMBOLO DE LA DEMOCRACIA EN MÉXICO: ROGER BARTRA, PROCESO, 4 DE SEPTIEMBRE DE 2008.

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