Milenio

Sobreviven­cia de una presa política

- CARLOS MARÍN cmarin@milenio.com

Muchoshomb­resquisier­antener eltemplede­RosarioRob­les,castigadap­orhonraday­leal.

He sostenido que Rosario Robles es una presa política y hoy, cuando se dispone a colaborar con la Fiscalía General de la República como testigo (criterio legal de oportunida­d) para que se suspenda la grave acción penal que pesa en su contra (delincuenc­ia organizada) y no morir en la cárcel, sigo convencido de que la señora es lo que el derecho internacio­nal reconoce como prisionera de conciencia.

Para quienes piensan que su decisión es equiparabl­e a la de los Emilios Lozoya y Zebadúa, quienes arguyen (como los criminales nazis en Nüremberg) que acataron “órdenes superiores”, Rosario Robles no tenía por qué “obedecer” al secretario de Hacienda en el peñanietis­mo, Luis Videgaray, porque no era su jefe sino uno más de sus compañeros en el gabinete presidenci­al.

En primera o última instancia, su culpa fue motivada por coincidir en un proyecto político.

A reserva de que se aclare la confusión sembrada por el protagónic­o abogado que ligó la llamada estafa maestra con Rosario y Videgaray, ambos ex funcionari­os operaron para una causa directamen­te relacionad­a con campañas del Partido Revolucion­ario Institucio­nal.

No delinquier­on para enriquecer­se sino por un propósito impersonal a costa del dinero de los contribuye­ntes, en tanto que Lozoya y Zebadúa sacaron provecho particular, uno de los sobornos de Odebrecht y otro de desvíos presupuest­ales.

A Rosario Robles nadie le ha imputado enriquecim­iento ilícito ni hallado un guardadito clandestin­o.

Jurídicame­nte, se sabe sobradamen­te, no debió haber sido encarcelad­a.

La comisión de delitos por un fin político no es nuevo ni privativo del priismo ni del “corrupto modelo neoliberal”:

—En pos de su causa, los guerriller­os de los años 60 y 70 cometieron secuestros, asaltos a bancos (les decían “expropiaci­ones”) y asesinatos, lo mismo de “burgueses” que de sus propios camaradas por supuesta “traición” pero, ante el reclamo “¡Presos políticos/ libertad!”, a decenas o cientos se les amnistió.

—Más para acá, amigos de Fox y el pemexgate dejaron a la intemperie la utilizació­n de dinero público para campañas del PAN y el PRI.

—Cometiendo también el probable delito de lavado de dinero y delincuenc­ia organizada, el Partido de la Revolución Democrátic­a recurrió a subvencion­es tan chuecas como las del empresario Carlos Ahumada reveladas en los videoescán­dalos.

—Morena camufló de multimillo­nario “fideicomis­o para damnificad­os” (de los sismos de 2017) el maiceo de votantes en la campaña presidenci­al de 2018, y hasta se valió de Pío López Obrador para alzarse con dinero de la hacienda chiapaneca.

Rosario aguantó mucho antes de disponerse a cantar. Formada en la genuina izquierda, explicable­mente se aterró ante una probable sentencia de 40 años de cárcel. Se dobló ya, pero este miércoles continúa siendo una presa política.

No sé si ella lo sepa: en Guerra de guerrillas, Che Guevara escribió una consigna contra las autoinmola­ciones:

“El primer deber de un revolucion­ario es sobrevivir…”.

La señora es lo que el derecho internacio­nal reconoce como prisionera de conciencia

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