“Faltan educación y cultura cívica en el tema testamentos”
Entrevista con Ángel Gilberto Adame
La mayoría de las personas que ha fallecido por covid-19 en México no dejó testamento, como lo documentó MILENIO, lo que se convierte en un problema dentro de las familias, pero también al exterior, porque hará más lenta la justicia en los próximos años, asegura el investigador y notario público Ángel Gilberto Adame.
“Cualquier persona que necesite asesoría en materia testamentaria puede acceder a la página del Colegio de Notarios de Ciudad de México, no hemos cerrado las oficinas y en esa página se va a encontrar al notario más cercano”, recomienda el abogado y biógrafo de Octavio Paz.
Más allá del aspecto sanitario, ¿qué lecciones nos está dejando la pandemia?
El balance es lamentable en todos los sentidos. Ha desnudado nuestra carencia en la cuestión tecnológica; muchas instituciones gubernamentales dicen que están trabajando, pero en realidad están literalmente paradas, porque nunca previeron el cambio digital, no solo en tecnologías de comunicación, sino en aquellas que sirven para evitar que el trámite sea presencial o físico; eso, además de facilitar el trabajo a todo el mundo, disminuye la carga administrativa y combate la corrupción: si uno no está frente a una persona que pide algo a cambio para agilizar el trámite, esto se vuelve una de las mejores maneras de combatir la corrupción de barandilla.
La pandemia vino a mostrar las enormes carencias que el gobierno, no sé si heredadas o no, tenía en esta materia. Uno: actividadesquefuncionabansinningún problema hoy están totalmente paradas. Sistemas que funcionaban, hoy, por la falta de mantenimiento, ya no funcionan, incluso retrocedimos. Instituciones que tienen que ver con el quehacer notarial, como el Registro Público de la Propiedad, el Archivo General de Notarías o el Registro Civil están trabajando a marchas forzadas, con una lentitud que no se veía antes de la pandemia.
Dos: si me hablas de previsión respecto al tema del testamento, esto también ha desnudado que, a pesar de las campañas que una y otra vez hacen la autoridad y los notarios para que la gente teste, en realidad no hace mayor caso. No tenemos cifras, pero un indicador importante es Ciudad de México por el flujo de información: hoy, de 100 por ciento de personas que puede testar, lo habrá hecho 30 por ciento. Esa cifra es muy mala, y hace 10 años oscilaba en 20 por ciento. Esto quiere decir que, a pesar la pandemia, 70 por ciento de la población que puede testar sigue sin hacerlo, con toda la carga de consecuencias jurídicas y costos que trae morir intestado.
En una nota publicada el 20 de noviembre en MILENIO se
señala que 94 por ciento de muertos por covid-19 no hicieron testamento…
La pandemia empezó este año y la reflexión va sobre cuánto tiempo tuvieron para hacer un testamento. Hacer un testamento es muy sencillo en Ciudad de México: implica una entrevista con el notario, en la que se entienda la voluntad del que quiere hacer testamento, que puede ser incluso digital, y una segunda que implica ir a la notaría a firmar, donde no te tardas ni 25 minutos.
No hay el famoso pretexto de que no tengo tiempo. La gente se acuerda que tiene que testar cuando se está en una situación de esta naturaleza y es grave lo que está pasando, eso lo vamos a ver en los próximos años con un aumento en el trabajo y pleitos en los tribunales familiares.
¿Es un reflejo de la falta de conciencia de la sociedad?
Tenemos una cultura de dejar todo al último y cuando nos damos cuenta de que “al último” ya llegó, nos colocamos en situaciones tan delicadas como la de la pandemia. Te puedo decir que el Notariado de Ciudad de México ha estado atento a otorgar testamentos a gente que tiene covid-19, pero el punto no somos nosotros: cuando queremos entregar un testamento, quienes ya no lo permiten son los médicos: ¿cómo otorga su última voluntad una persona que está intubada? ¿Cómo permite un doctor que se acerque un notario con el riesgo de contagio? Si analizamos cada caso te aseguró que ese 94 por ciento tuvo mucho tiempo para realizar ese testamento.
¿Cuáles serían algunos ejemplos de gente que no hizo testamento y dejó problemas a su familia o incluso problemas sociales que trascienden el ámbito familiar?
El primer acto patrimonial de muchas familias es cuando la gente adquiere una casa, sabe que ahí va a crecer su familia: la gente sale contenta, feliz. El segundo debiera ser el testamento: tú que eres propietario, que te esforzaste para tener este inmueble, este coche o esta cuenta bancaria, di quién quieres que se quede con eso cuando tú no estés, porque así te lo permite la ley.
No acabo de entender cómo un profesionista logra tener su casa, con todo lo que eso implica, y no se toma la molestia de hacer un acto mucho más sencillo que una escritura de compraventa de un inmueble, una escrituración y un testamento. Cuando la persona no dice a quién quiere que se le queden sus bienes, entonces el legislador se pone a ‘presumir’, así dice en el Código Civil: “como no dijo, yo presumo que a estas personas les hubiera querido dejar sus bienes”. Ahí empezamos con los problemas, porque resulta con que el papá no quería a determinado hijo, aunque de acuerdo con la ley, la herencia se divide en partes iguales, incluso con hijos fuera de matrimonio. No estamos hablando de un pleito entre un empresario y otros, sino de un pleito entre hermanos, entre padres e hijos, entre esposos que, porque alguien no tuvo 25 minutos para otorgar un testamento, lo que heredaron es un cúmulo de pleitos.
Segunda consecuencia: el trámite intestamentario es mucho más costoso para los herederos que un testamento; tercer aspecto: son asuntos que no deberían llegar a los tribunales, porque los tribunales ya no dan para más. Seguimos sobrecargando de trabajo a los jueces, lo cual hace que cada vez la justicia sea más lenta.
¿A qué le atribuirías esta especie de olvido o desinterés? Muchas veces pensamos hasta en los costos…
El tema de los costos ya no es un problema,porquesehavenidocelebrando una serie de convenios a nivel federal y con instituciones para apoyar en todo momento el costo testamentario. Si tú me dices que en las notarías hacemos grandes negocios… para nada, lo vemos ya como una labor social: tenemos celebrado un convenio con la Dirección General de Regularización Territorial, por el cual cada testamento de personas que acudan a esta unidad de gobierno tiene un costo de 600 pesos. El costo real puede andar sobre los cinco mil pesos, lo que excede las capacidades de la familia mexicana, pero si de ahí nos los canalizan, el costo es de 600 pesos.
Además de eso, de forma permanente está el mes del testamento, una campaña que nació hace 15 años, señalando un costo beneficio en septiembre, y durante la pandemia el Colegio acordó mantener vigente este mes y, sin tener que acudir a unidad de gobierno, estamos cobrando entre mil y mil 500 pesos.
¿A qué atribuyo el desinterés por testar? A veces escuchamos eso de que si hago testamento me voy a morir, yo más bien veo una enorme falta de educación y de cultura cívica al pensar que el testamento no nos beneficia a nosotros, porque no vamos a estar aquí. No nos importa nuestra familia, aunque en los momentos de jolgorio sí nos acordamos de ella, en los momentos de responsabilidad, en casos tan sensibles como este, no nostomamosunminutoparapensar las consecuencias.
Los retos son múltiples ahora y después de la pandemia…
Del lado de los quienes damos fe de los testamentos nos queda reforzar el mensaje, insistir en las campañas sociales para que la gente teste, que se quite del mito de que el testamento es un acto caro, no lo es si lo comparamos con otros gastos que hacemos. La información de MILENIO es maravillosa porque suma a esta campaña de difusión; insistirle a la gente: no heredes problemas. Los 600 pesos que no quisiste gastar, tu familia lo va a multiplicar por 100 por no darte esos 25 minutos para realizar ese testamento. Y no solo es la cuestión económica: tengo 25 años en esto y he visto familias destruidas, que acaban totalmente peleadas porque el papá, la mamá omitieron hacer testamento.
“La pandemia vino a mostrar las enormes carencias que el gobierno, no sé si heredadas o no, tenía en materia administrativa”