Kim y Kanye y por qué sí importa
La economía en la era del influencer, la salud mental, los deseos de superación y el tomar control de la narrativa, son solo algunos de los factores que se fueron desvelando en la relación y matrimonio de Kim Kardashian y Kanye West. Que ahora se estén divorciando, de manera amistosa, es también un giro interesante a lo que es un imperio de 2 mil millones de dólares creados principalmente por la fascinación de vidas tan despiadadamente hedonistas y absolutamente desapegados de la vergüenza.
Todo esto es y puede ser desechado como entretenimiento frívolo y barato, excepto que el éxito que siempre han tenido habla mucho más de nosotros mismos que de ellos. Porque ni en el “mundo perfecto” uno se salva de tener serios problemas de salud mental, como es el caso de Kanye (quien también es un genio de la música) o de sufrir agresiones de todo tipo, como le ha ocurrido a Kim.
¿Por qué sí importa? Porque este fenómeno social es un gran experimento que ya arrojó varias conclusiones. Y muestra cómo, aun desde la más profunda frivolidad, se puede crecer. Todos nos reímos mucho cuando Donald Trump recibió a Kim y le hizo caso en un tema de injusticia social que, una vez analizado, nos damos cuenta de que realmente se necesitaba explorar. Porque la mujer sí se puso a tomar cursos sobre leyes para poder ayudar a quienes habían sido acusados por motivos discriminatorios del sistema. Eso es un enorme salto de usar un video sexual, que igual iba a ser revelado, para cobrar fama y entender las redes sociales mejor que nadie. Hoy la nota será el divorcio, pero vean cuántos temas, incluyendo nuestras propias manías de consumo y poca comprensión de temas como la bipolaridad, este matrimonio puso sobre la mesa de todos. Entender cómo funciona todo esto, y ellos mostraron todas las costuras de la fama y lo que implica, me parece más allá de interesante.