“La arenga trigarante de Iturbide contra López de Santa Anna”
En la Universidad Católica de América, además del descrito Plan de Iguala, se resguarda la proclama del emperador Agustín de Iturbide al Ejército Trigarante de fecha 11 de febrero de 1823.
La proclama fue expedida después del Plan de Casa Mata de Antonio López de Santa Anna, quien desconoció a Iturbide como emperador, inicio de la cadena de planes, asonadas, motines, cuartelazos y revoluciones que debilitaron al México independiente en el siglo XIX.
El documento, poco conocido por el público, constituye una apasionada defensa de las tres garantías por las que realistas de Agustín de Iturbide e insurgentes de Vicente Guerrero se aliaron por el objetivo común de independizar a la Nueva España, unir a mestizos, criollos, indígenas y españoles, y reconocer como oficial a la religión católica.
“Soldados Trigarantes: nunca os dirigiera la palabra con más necesidad y mayor importancia que cuando se empeñan en extraviaros de la senda del bien”, escribió Iturbide en alusión a Santa Anna y sus aliados golpistas.
Hizo un llamado a sus compañeros de armas a repudiar la rebelión:
“Yo estoy seguro de la rectitud de vuestras intenciones, y os amo cordialmente como a hijos los más beneméritos, porque vosotros cambiasteis momentáneamente y sin estragos el gobierno español en mexicano, haciendo independiente nuestro suelo del dominio extrangero (sic)”. Exaltó a los soldados Trigarantes: “Porque sois los primeros Soldados del mundo, que sabéis reunir al furor de la batalla, la compasión con el vencido y débil, a la fortaleza la generosidad; porque soy testigo de vuestra resignación en las privaciones y fatigas”.
Al manifestarse en contra de la división en los pueblos porque es causa de su desolación, Iturbide advirtió: “esto es lo que procura el gobierno español para dominarnos de nuevo, y esto es por lo mismo, lo que más cuidadosamente debemos evitar”.
Debido a las intrigas de Madrid, Iturbide describió el panorama desolador de las guerras de independencia en Buenos Aires, con el triste sacrificio de 100 mil hombres. AñadióqueEspañatambiénmaniobraenColombiayen Perú, mientras que admiró el carácter firme y constante de los chilenos para neutralizar el complot español.
El renuente emperador dejó entrever que prefiere abdicar antes de que siga el derramamiento de sangre: “He llegado a la última dignidad (aunque contra mi voluntad y deseo) —de emperador—; no tengo a qué aspirar, y por lo tanto no necesito hacer escala de cadáveres, como otros quieren para subir”.
Finalmente, Iturbide exhortó a los soldados Trigarantes a ser fieles a su juramento de sostener la religión cristiana, mantener la independencia de nuestro país y conservar la unión entre sus habitantes.
El documento está impreso en tres páginas, papel amarillento y manchas por dos siglos de antigüedad, y contiene la rúbrica de Agustín.
“Nadie nos quitará la gloria de haberle dado a la Patria libertad… que sabrá apreciar la posteridad”, escribió el emperador, palabras que no resultaron proféticas, pues a 200 años de la consumación de la Independencia, a Iturbide todavía hoy la posteridad le escatima el legítimo título de Libertador de México, dicho esto sin demérito de la reconocida figura de Vicente Guerrero.
A 200 años de consumada la Independencia, aún se le escatima ese título al emperador