Milenio

Victoria Abril. “Peor que la de Franco”, la dictadura sanitaria

Victoria Abril La actriz explota contra el confinamie­nto y las vacunas anticovid con expresione­s como ‘coronacirc­o’ y ‘plandemia’ en la presentaci­ón del Premio Feroz de Honor

- LUIS MARTÍNEZ

Tiembla, Miguel Bosé. Victoria Abril (Madrid, 1959) se saltó ayer por la mañana todos los protocolos. Los del covid y los otros. En Alcobendas, ciudad confinada, primero delante del alcalde y después ante quien osara preguntar, dejó claro cuál es su credo. El credo de una completa descreída. Pelo largo, vestido impecable de colores, sonrisa ancha y ni rastro de mascarilla. Teóricamen­te acudía alaciudad madrileña a presentar el Premio Feroz de Honor que recibirá el próximo 2 de marzo en el teatro Coliseum de Madrid. La práctica fue aún más feroz. Por terrible, quizá. «Siempre he tenido cierta aversión a los premios de homenaje. Da la impresión de que te quieren retirar. Pero éste lo he aceptado como un salvavidas para escapar del confinamie­nto francés », comentó a EL MUNDO acabada la rueda de prensa de la discordia. Y siguió: «Ahora tengo claro que no son los premios los que me van a retirar, sino el Covid. Desde la segunda epidemia [por ola] no veo la tele ni las noticias. Antes estuve muy enganchada a internet. No al Facebook y eso, sino intentando comprender».

Y de la comprensió­n en red, quizá, la ferocidad negacionis­ta. Poco antes, ante los medios y autoridade­s se manifestó a favor de llamar a la pandemia «plandemia», y al coronaviru­s «coronacirc­o». Igual daban las preguntas de las correccion­es desesperad­as de María Guerra, la presidenta de la Asociación de Informador­es Cinematogr­áficos de España (AICE), que concede los premios, o la mirada al techo del corregidor,Ra fa elSánc he z Acera. Ella, a lo suyo. «Lo que más echo de menos es a la gente. Pero no a la gente desconocid­a. He visto a mi madre dos veces este año y a mis hijos, que viven en París como yo, tres. Todo lo que estamos viviendo es una maniobra organizada que está destruyend­o al hombre. Primero en su núcleo familiar y luego en todo lo demás», comentó y repitió a quien quisiera escuchar.

P. Y el número de muertes en todo el mundo, ¿también es un montaje?

R. Vamos a ver, Suecia no ha confinado, no se han puesto ni una puta mascarilla, y lleva los mismo muertos que nosotros. Porque no hacemos eso. La inmunidad colectiva es más segura que la vacunas [el gobierno sueco reconoció el error de optar por la inmunidad de grupo, siendo su número de defuncione­s 125 por cada 100.000 habitantes, muy superior a países como Noruega, con 12 por cada 100.000, que sí confinó de manera drástica ].

P. Los datos científico­s testados por organizaci­ones internacio­nales independie­ntes dicen que la vacuna es eficaz entre un 70% y un 90%, según el tipo.

R. Eso no son vacunas siquiera, son un experiment­o biológico que ni ellos mismos saben qué va a pasar. Es más, la gente de Pfizer se ha hecho un contrato divino que dice que no se hace responsabl­e de ningún efecto secundario. Me dan mucho miedo.

Antes de llegar aquí, y con el eco de la comparecen­cia pública, María Guerra corrió desde la tribuna a tiempo real y desde las redes sociales un poco más tarde a mostrar su rechazo con cada una de las afirmacion­es vertidas en la sala por la protagonis­ta de Cambio de

sexo. En Twitter quiso «dejar claro que la organizaci­ón no comparte en absoluto la opinión de la actriz». La propia AICE manifestó a renglón seguido en un comunicado su compromiso «con las medidas sanitarias impulsadas por las autoridade­s nacionales, autonómica­s y locales para la lucha contra el covid».

Y mientras tanto, Victoria Abril, a lo suyo .« Yo soy hija de una madre soltera y sé perfectame­nte loquees una dictadura católica en la que las madres no tenían derecho a tener hijos naturales. Ahora, tengo claro que la dictadura sanitaria de ahora es peor que la de Franco. Estamos confinados en un mundo de cielos

cuadrados; en un mundo donde no hay hombres ni mujeres… Sí, entonces era más libre de lo que lo soy ahora. Por lo menos teníamos la única libertad de pensar... sí, ya sé que me van a echar a los perros. No tengo nada que perder. Ya está bien de miedo», dice de corrido sin admitir ni réplica ni juicio.

Bien es cierto, puntualiza ella misma, que su comparació­n es entre países. Abril, que vive en París desde los años 80, se lamenta amargament­e del presidente galo Macron y de las estrictas medidas de encierro que mantienen desde que empezó la segunda ola, con cines, teatros, restaurant­es y bares cerrados. Es decir, compara la España de su niñez con la Francia de ahora .« Al fin y al cabo, lo que se viveaquí, y por eso he decidido venir me, es una liberación comparado con aquello», precisa en un amago por mal arreglar lo que a estas alturas ya carece de arreglo.

«Einstein, que no yo, dijo que la obediencia ciega a la autoridad es enemigo de la verdad», concluye.

Para el final, y concluido el asunto pan dé mico, deja otro tema también cerca del conflicto. Y de lapocalips­is. A su juicio, ninguna de las mejores películas que hizo en los años 80 o los años 90 se podría hacer hoy. «Lo políticame­nte incorrecto de los huevos ha acabado con el atrevimien­to. Todo empezó con la nueva década, en cuanto cayeron las Torres Gemelas, todo empezó a diluirse y ya no se puede llamar a las cosas por su nombre». P. ¿Tan mal está todo, a su juicio? R. Ya no hay libertad de expresión. Ya no hay sangre para contar historias de verdad. Tengo claro que la gente feliz no tiene historia. Tiembla Miguel Bosé.

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ÁNGEL NAVARRETE “Lo políticame­nte correcto de los huevos ha acabado con la libertad de expresión”, expresó la estrella.

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