Milenio

¿La actual apuesta de México? El pasado…

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Los argumentos para echar abajo la reforma energética que decretó el gobierno del Enrique Peña son los mismos de siempre, o sea, los que han servido para cancelar la construcci­ón del aeropuerto de Texcoco, para invalidar la transforma­ción educativa emprendida por el régimen anterior y para seguir con la operación de acoso y derribo que ha emprendido la administra­ción de la 4T: hubo corrupción, se celebraron oscuros negocios, se favoreció a los grupos cercano sala casta en el poder, se desatendie­ron normas y recomendac­iones, se le abrió la puerta a inversores del exterior en perjuicio de nuestra soberanía y se ignoraron los intereses nacionales.

A partir de ahí, de consignar este rosario de malignidad­es, se detienen proyectos y se desmantela­n programas pero se procede también a exaltar una gloriosa misión. ¿Cuál? La de restaurar nuestro pasado, o sea, la de volver a nuestros orígenes. El paisaje de La Rumorosa —en la sierra de Juárez, en la península de Baja California— no debe estar mancillado por las gigantesca­s aspas de los molinos que generan electricid­ad, digo, en los buenos tiempos podías mirar el cielo que se dibujaba sobre el perfil de las hermosas montañas sin ese estorbo. La ancestral sabiduría de la gente del campo es mucho más valiosa y benéfica que las semillas genéticame­nte modificada­s. El entrañable trapiche debe resistir los embates de la automatiza­ción. Los caminos rurales pueden ser construido­s como antes, sin que ningún ingeniero meta sus narices. Las parteras merecen ser celebradas justo en el Día Internacio­nal de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Y, pues sí, el carbón debe servir para generar la electricid­ad que necesitamo­s los mexicanos en el siglo XXI.

Cada uno de los renglones enumerados en el párrafo anterior puede asociarse a su correspond­iente equivalenc­ia en el mundo moderno: los grandes molinos de viento generan energía limpia, los fertilizan­tes y las ingeniería­s genéticas mejoran la productivi­dad de los cultivos, la automatiza­ción acaba con los duros trabajos repetitivo­s de los obreros, un ginecólogo

etcétera._ obstetra garantiza mejores cuidados a las mujeres que una comadrona, etcétera,

Pero bueno, para glorificar debidament­e el pasado hay que volver a él. En esas estamos.

Paran proyectos pero se procede a exaltar una gloriosa misión

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