Malintencionado
Andrés Manuel López Obrador ha sido un líder consistente y esforzado que encauza el clamor de muchos a favor de un cambio, pero eso no lo hace ni perfecto ni infalible; el mayor riesgo para el que se encumbra es la pérdida de perspectiva
consistente y esforzado que encauza el clamor de muchos a favor de un cambio, pero eso no lo hace ni perfecto ni infalible. El mayor riesgo para el que se encumbra es la pérdida de perspectiva, sobre todo cuando se encuentra rodeado de una corte de aduladores, como invariablemente sucede con todo soberano. Pero igual de dañino es asumir que todo cuestionamiento es un intento de derrocamiento. Se equivocan sus adversarios cuando creen que la fuerza social que exige cambios se reduce a López Obrador; eso supondría que liquidarlo políticamente les resuelve el problema sin darse cuenta del fondo social que hay detrás. Pero, paradójicamente, lo mismo sucede con muchos simpatizantes de la 4T y en ocasiones con el propio AMLO: creer que su persona es el movimiento, con lo cual toda crítica a sus actos y palabras constituye una traición a la causa.
Desde luego que hay una crítica dedicada a descalificar y debilitar el proyecto de cambio que encabeza López Obrador. Sus razones tendrán, pero no son las mías. No hago mío sus “te lo dije”. Ellos siempre han creído que el país marchaba en la dirección correcta y simplemente necesitaba ajustes y correcciones. Nunca coincidiré con eso, incluso si por alguna razón se malogra la puesta en marcha de la 4T. En tal caso, y espero que no lo sea, habrá que cuestionar los errores en la instrumentación, la pérdida de brújula, las falencias humanas. Pero no la intención.
El verdadero peligro para México, creo yo, es que fracase dramáticamente el proyecto de cambio, que no se consiga un impulso pendular para aliviar la situación de los desesperados y que el propio abismo social nos cobre la factura a todos. Ofrecer un espejo lo más honesto posible para que el soberano pueda verse de manera realista tendría que ser el papel de la crítica reflexiva, aun cuando se corra el riesgo de que la imagen no coincida con los que quieren beatificarlo o, por el contrario, destruirlo.