Alfredo Campos Villeda
“El Señor de las Marchas reprueba ahora protestas y plantones”
Peregrino que recorrió un par de veces todos los municipios del país
La ecuación no es sencilla. El antecedente es una vida en la lucha social desde la juventud, la militancia partidista de calle, el activismo por el respeto a la voluntad popular, la batalla contra la política de ganancias privadas y pérdidas socializadas, la movilización frente al endeudamiento de la nación por la voracidad de unos cuantos, la protesta por el fraude y su manifestación en plantones y mítines.
Los premios a ese esfuerzo, a esa obcecación, fueron primero la dirigencia de un partido, después la Jefatura de Gobierno y al final la Presidencia de la República. Pero como lo hizo desde el liderazgo de una fuerza de oposición y desde el mando de la capital como autoridad, el personaje no dejó colgados ni por un minuto en el perchero su talante rijoso, el ánimo de confrontación, la obsesión por reprobar toda conducta distinta a su pensamiento, su debilidad por despachar descalificaciones en toda dirección.
Peregrino que recorrió un par de veces todos los municipios del país siempre en calidad de dirigente opositor, protagonista de escaramuzas públicas, desde aquellas de su juventud priista en Tabasco hasta los debates presidenciales de 2018 en que repartía apodos y desdeñaba el saludo de sus contrincantes, sinónimo inequívoco en la historia contemporánea mexicana, como nadie, de conceptos como protesta, movilización, mitin, plantón, bloqueo y concentración, hoy el hombre, desde su púlpito diurno, reniega de las manifestaciones, de la agitación, de la estrategia callejera, de las pancartas y, peor aún, teme ser bombardeado desde drones.
La crispación de sus opositores pasó de las redes sociales a las calles con el cruce del Día de la Mujer y el caso Salgado Macedonio. El coctel molotov perfecto. Pero el Señor de las Marchas, el que se plantó en el Zócalo contra el rescate bancario, el que llenó de carpas un tramo de Reforma contra el fraude, el que encabezó infinidad de manifestaciones contra gobiernos de todo color, hoy como Presidente ha decidido satanizar todo lo que significa disidencia, condición básica para entender su propio pasado y ascenso, sea la protesta de mujeres, violencia aparte de grupos específicos, sean las casas de campaña de un inepto grupo crítico del poder.