Otrodatismo
Hace algunos días me lamentaba de que no tuviéramos una palabra equivalente a gaslighting en nuestro idioma. Un termino que muchos piensan muy moderno (no lo es) para confundir, distraer, engañar y hacer que alguien o todo un grupo de personas duden de lo que sabían cierto por medio de manipulación y otras tácticas.
Lo que no recordaba hasta ahora es que el concepto se origina en una obra de teatro llamada precisamente The
Gaslight, escrita por Patrick Hamilton en 1938. Trata de un hombre que hace todo lo posible para derruir lo que su esposa conoce como cierto, y así encerrarla en una institución mental para que no le estorbe en una empresa criminal. Las lámparas de gas de su casa cada vez dan menos luz, y la mujer acaba creyendo lo que él le dice, que están tan brillantes como siempre y que la que ve mal es ella, cuando él, cada día baja un poco más su in
tensidad. En 1944 la llevaron al cine protagonizada por Ingrid Bergman. En español se llama La luz que agoniza.
Todo esto para entender un término que estamos viendo por todos lados, y que está usando la cultura pop para hacernos dudar de los hechos, de la ciencia o las cifras. Y cuando los temas se mezclan con el gobierno y sus críticos, las falsas equivalencias se vuelven del todo poderosas ante este fenómeno. Uno que, por cierto, también es considerado como violencia respecto a la salud mental . En la arena publica no hay un término preciso para ello en nuestro idioma; me ofrecieron otrodatear, y a falta de un dictamen de alguna autoridad lingüística, me lo quedo por ahora. Lo necesitamos más que nunca en los tiempos de la posverdad compulsiva.