Iban a casa por un mes… llevan un año
Las carencias y la falta de acceso a la tecnología frenaron el avance de los alumnos durante 2020
El viernes 20 de marzo de 2020 fue el último día que Mauricio Elizarrarás vio a sus compañeros y profesores en el salón de cuarto grado de primaria rural Guadalupe Victoria, en Puruándiro, Michoacán; dos días después, el lunes, inició la Jornada Nacional de Sana Distancia.
En aquel momento las autoridades educativas informaron del cierre del plantel, así como el confinamiento, el cual duraría alrededor de un mes. Un año después la escuela permanece cerrada, en una entidad en semáforo epidemiológico amarillo.
Mauricio ama las matemáticas, pero sin la explicación de un maestro comienzan a tornarse tediosas; Cristina, mamá del menor, está desesperada y siente que no puede ayudarlo más; solo estudió la primaria y los conocimientos escapan a su memoria, en especial ahora que se siente más fatigada, una de las secuelas por haber padecido covid-19.
“En 15 días les piden entregar 60 páginas de tarea, es una exageración de tareas en un rancho sin conocimientos. ¿La maestra dónde está? No soy maestra, soy su mamá. En mi entendimiento limitado le explico, pero hay mucho que no entiendo, no estamos avanzando”, lamenta.
Mauricio entiende el agobio de su mamá y lanza: “!Quiero regresar a la escuela!”
El cierre de escuelas exhibió las enormes inequidades del sistema educativo nacional; según datos de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación, en el ámbito rural 22 por ciento de los hogares no cuenta con computadora, 47 por ciento no tiene internet y 58 por ciento carece de teléfono celular.
Según la Secretaría de Educación, durante la pandemia el
Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) atendió a cerca de 292 mil estudiantes, 97 por ciento de la población objetivo, mientras el resto no recibió el servicio educativo por causa de la migración.
Ziparapio es una comunidad delmunicipiodeMadero,Michoacán, donde los niños no han suspendido clases tras cumplirse un año de la pandemia; maestros y padres se han encargado de cumplir con los protocolos sanitarios.
El supervisor Sergio Gallegos relató que hay clases presenciales dos veces a la semana y aceptó que hay muchas limitantes como la falta de computadoras, televisión e internet.
En Tamaulipas la matrícula no disminuyó, al contrario, aumentó, al pasar de 3 mil 900 estudiantes en 2020 a 4 mil 152 en 2021.
Eduardo San Martín, coordinador territorial, explicó que los líderes comunitarios visitan dos veces por semana a los estudiantes para dejar nuevas tareas y revisar las anteriores.