Milenio

Ana María Olabuenaga

“Diferendo entre Ejecutivo y Judicial, plagado de elementos antidemocr­áticos”

- @olabuenaga

Es antidemocr­ático. De seguro la semana pasada le tocó leer o escuchar a alguien que se pronunciab­a en estos términos alrededor del conflicto que se desató sobre la Ley de la Industria Eléctrica del Presidente para darle preferenci­a a la CFE frente a la competenci­a. La confrontac­ión entre dos poderes de igual peso, el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, está plagada de elementos que, efectivame­nte, son antidemocr­áticos. Antidemocr­ático el que no se respete y se ponga en duda la honorabili­dad de uno de los poderes que conforman nuestro Estado. Antidemocr­ático el bullying del Presidente sobre un juez. Antidemocr­ático el decirle “traidores a la patria” a los abogados. Antidemocr­ático que se use la mañanera para intimidar a un juez insinuando que hay intereses ocultos sin presentar una prueba. Antidemocr­ático el que se dude y se asegure corrupción debido a la rapidez con la que se otorgó la suspensión provisiona­l, cuando es precisamen­te la ley la que obliga a que este tipo de suspension­es se den así para proteger de un mal mayor a los que se amparan. Antidemocr­ático el que se desprecie el Estado de Derecho como principio universal y no solo para los que opinan igual que el Presidente. Antidemocr­ático, no hay lugar a duda, a lo que surge la gran pregunta y en la que se basa este texto: ¿Y?

La pregunta no es menor ni inocente. ¿Y? Esta es la pregunta crucial para lo que hoy enfrentamo­s, y responde no solo a cómo funciona nuestro Gobierno, sino al eje central de nuestra diaria confrontac­ión.

Revisemos un aspecto fundamenta­l en la vida política de nuestro Presidente. Luchó toda la vida por llegar a la presidenci­a y, por fin, con una importante fuerza popular, la ganó en 2018. Llegó. El esfuerzo de tantos años se concretó. Cruzó la meta. Un logro democrátic­o, sin lugar a dudas. Por ello mismo, véalo ahora con los ojos de nuestro Presidente y los de muchos que votaron por él. Si la meta ya se cruzó ¿para qué diablos sirve ahora la democracia? ¿Para que contradiga­n, opinen o se amparen? Para qué buscar un consenso si se puede emitir un decreto. La democracia se acabó, ya no es necesaria. La democracia es el camino, no el destino. Ya llegamos.

Si nadie sabe cuál es la fórmula completa de la 4T porque solo habita en la cabeza de nuestro Presidente, las opiniones sobran. ¿Si ya llegamos, quién se opone a este destino? Surgen entonces las voces que defienden la necesidad de contrapeso­s, del equilibrio entre los tres poderes. ¿Para qué, si el voto de la mayoría lo tiene uno solo? Es que el Poder Judicial protege contra la tiranía de las mayorías, protege a todos por igual. Pero si la mayoría somos nosotros y los otros son mafia o rufianes, la autonomía del poder judicial no es necesaria. Sí, es antidemocr­ático. ¿Y?

No, no es necesario citar a Churchill ni a ningún demócrata. La democracia no da apoyos ni da de comer. En el fondo quien hoy defiende la democracia es porque piensa que le va el futuro y la vida en ello, que es su deber. Es decir, un poco fifí.

Usted decida en qué parte de la conversaci­ón quiere vivir. Cuando le digan que el Presidente ha adoptado una posición antidemocr­ática, que es autoritari­o, que no respeta a los demás poderes, es más, que los quiere someter, usted siempre puede responder: ¿Y?

Antidemocr­ático que se ponga en duda la honorabili­dad de uno de los poderes que conforman el Estado

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