Taco de lengua
Sin leyes secundarias, sin políticas públicas, no redundará en más hablantes de náh uatl
Conozco tres ciudades de Cataluña: Barcelona, Rosas y Gerona. O Barcelona, Roses y Girona, si hemos de atender a la preferencia local y a la costumbre al uso.
Algo tienen en común, y el resto de la comunidad autónoma que las engloba: son bilingües (español –o castellano– y catalán), y si una lengua tiene primacía sobre las demás –en la señalética pública, los medios de comunicación, la publicidad, los etiquetados, los comunicados oficiales– es el catalán. Es el catalán la lengua vehicular de la educación en Cataluña, y también la de la mayoría de los medios locales (que pueden o no tener una edición o una segunda cadena en español). Diré para más que mi amiga Eugenia, cuya lengua materna es el zapoteco, cuya vida profesional en la Ciudad de México transcurrió durante 20 años en español y que ahora vive y trabaja en Barcelona, decidió a poco de su mudanza inscribirse a clases de catalán (públicas y gratuitas, para mayores señas), dado que sentía que su ignorancia de esa lengua le restaba posibilidades de integración a la comunidad aún cuando el 99 por ciento de los habitantes de Cataluña habla español.
Ahora un anuncio: España tiene una sola lengua oficial, y es el español. Algunas comunidades autónomas, en virtud de su legislación local, tienen lenguas cooficiales; es el caso de Cataluña. ¿Cómo explicar la penetración y la fuerza cultural del catalán? Por buenas legislaciones locales y buenas políticas públicas que se ocupan de mantenerlo vivo.
Con bombo, platillo y teponaxtle, nuestro Senado de la República ha anunciado una reforma constitucional para que México –que no tiene lengua oficial pero sí una “nacional”– reconozca también como nacionales 68 lenguas indígenas. Suena re bien… nomás que no sirve. Sin leyes secundarias, sin homologación de las leyes estatales, sin políticas públicas, no redundará en que haya más hablantes de náhuatl –acaso la única de esas lenguas que, por su presencia territorial, valdría concebir como nacional– pero tampoco en más señalética en zapoteco en Oaxaca o más medios de comunicación en maya en Yucatán.
Un taco de lengua, pues. Con su salsita de retórica electoral.