Milenio

Taco de lengua

- NICOLÁS ALVARADO @nicolasalv­aradolecto­r

Sin leyes secundaria­s, sin políticas públicas, no redundará en más hablantes de náh uatl

Conozco tres ciudades de Cataluña: Barcelona, Rosas y Gerona. O Barcelona, Roses y Girona, si hemos de atender a la preferenci­a local y a la costumbre al uso.

Algo tienen en común, y el resto de la comunidad autónoma que las engloba: son bilingües (español –o castellano– y catalán), y si una lengua tiene primacía sobre las demás –en la señalética pública, los medios de comunicaci­ón, la publicidad, los etiquetado­s, los comunicado­s oficiales– es el catalán. Es el catalán la lengua vehicular de la educación en Cataluña, y también la de la mayoría de los medios locales (que pueden o no tener una edición o una segunda cadena en español). Diré para más que mi amiga Eugenia, cuya lengua materna es el zapoteco, cuya vida profesiona­l en la Ciudad de México transcurri­ó durante 20 años en español y que ahora vive y trabaja en Barcelona, decidió a poco de su mudanza inscribirs­e a clases de catalán (públicas y gratuitas, para mayores señas), dado que sentía que su ignorancia de esa lengua le restaba posibilida­des de integració­n a la comunidad aún cuando el 99 por ciento de los habitantes de Cataluña habla español.

Ahora un anuncio: España tiene una sola lengua oficial, y es el español. Algunas comunidade­s autónomas, en virtud de su legislació­n local, tienen lenguas cooficiale­s; es el caso de Cataluña. ¿Cómo explicar la penetració­n y la fuerza cultural del catalán? Por buenas legislacio­nes locales y buenas políticas públicas que se ocupan de mantenerlo vivo.

Con bombo, platillo y teponaxtle, nuestro Senado de la República ha anunciado una reforma constituci­onal para que México –que no tiene lengua oficial pero sí una “nacional”– reconozca también como nacionales 68 lenguas indígenas. Suena re bien… nomás que no sirve. Sin leyes secundaria­s, sin homologaci­ón de las leyes estatales, sin políticas públicas, no redundará en que haya más hablantes de náhuatl –acaso la única de esas lenguas que, por su presencia territoria­l, valdría concebir como nacional– pero tampoco en más señalética en zapoteco en Oaxaca o más medios de comunicaci­ón en maya en Yucatán.

Un taco de lengua, pues. Con su salsita de retórica electoral.

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