Todo en su sitio
Gil sintió un escalofrío que no supo si atribuir a la inoculación del biológico o a la trágica realidad de la pandemia mexicana. Si los estudios de diversos académicos y científicos fueran ciertos, la cifra de muerte sería monstruosa. Dios de bondad
il ha reportado en esta página del fondo la forma en que le inocularon el biológico (no empiecen, esto es serio) y los dolorosos procesos durante los cuales tomó forma humana poco a poco. Ese regreso a lo que podría llamarse, no sin cierto exceso de confianza, humanidad, coincidió con la lectura de una nota de su periódico El Universal: “Hasta este sábado, México acumula 204 mil 11 muertes por Covid. Los casos confirmados de coronavirus en el país son ya 2 millones 249 mil 195. La cifra oficial de muertes puede ser mucho mayor, ya que el 28 de marzo el propio Gobierno Federal informó en su reporte más actualizado sobre el ‘exceso de mortalidad’ que el país había registrado 294 mil 287 muertes asociadas al Covid hasta el 13 de febrero.
“Con base en estos datos, el país superaría holgadamente los 300 mil fallecidos por coronavirus, un dato que lo colocaría al mismo nivel que Brasil, segundo detrás de Estados Unidos. Ciudad de México, el foco de la pandemia, acumula el 19.4% de todos los decesos a nivel nacional.
“La Secretaría de Salud indicó que hasta este día se han administrado entre la población mexicana más de 8.5 millones dosis de la vacuna. Y poco más de un millón de personas han recibido las dos dosis necesarias”.
Gilsintióunescalofríoquenosuposiatribuir a la inoculación del biológico o a la trágica realidad de la pandemia mexicana. Si los estudios que han realizado diversos académicos y científicos fueran ciertos, la cifra de muerte sería monstruosa. Dios de bondad. Por ahora no me vacuno
Hay momentos en los cuales Gil pierde la paciencia. El Presidente dice: “acerca de mi caso, consulto con los médicos. Al principio me habían dicho dos de ellos que me vacunara para reforzar mis anticuerpos, pero quise consultar a otros. Los que me atendieron directamente cuando padecía el contagio y ellos revisaron mis estudios y llegaron a la conclusión de que tengo suficientes anticuerpos, y que no es indispensable por ahora que me vacune”.
Mecachis en la mar salada, gritó Gil de pie y con los brazos en alto a la mitad del amplísimo estudio. ¿Y a qué viene la consultadera con tantos médicos? ¿El Presidente desconfía de las vacunas? ¿Le dan miedo las inyecciones?
Como sea, el mensaje es el siguiente: hay casos en los cuales la vacuna no es indispensable. Gamés pierde la cabeza, y los pies, y las manos: el mensaje debe ser: ¡vacúnese! Por lo demás, Gilga felicita al Presidente por la cantidad de anticuerpos que su cuerpo ha acumulado.
Lo mismo pasó cuando empezó la pandemia y el Presidente sabía del desastre italiano y la catástrofe española, del avance de la pandemia en Alemania y Francia, entonces él dijo: no pasa nada, salgan de casa, abrácense. La misma cosa ocurrió cuando tenía que hacer campaña a favor de cubrebocas: me cuido y los médicos me dicen que no tengo que usarlo. Y ahora que su liderazgo es necesario para impulsar la vacunación, el Presidente dice que no es indispensable.
La verdad sea dicha (muletilla patrocinada por Morena), tiene su chiste llevar las contras, inventar realidades, fabricar conspiraciones. Un grito desgarrador hizo añicos el silencio del amplísimo estudio: ¡Ay, mis hijos, pandémicos y necios! Campañas
A Gilga no lo calienta ni el sol: ya empezaron las campañas; es decir, empezó el agobio. A todas horas veremos candidatos impresentables de todos y cada uno de los partidos, qué castigo de Dios.
Gil no quisiera parecer insistente, pero el Presidente dice que “el gobierno defenderá que las elecciones sean libres, a todos nos importa cuidar el uso del dinero, no sólo del presupuesto, sino del dinero de cuello blanco (…) vamos a defender la democracia porque ¿recuerdan el significado de los fraudes electorales?”. Gilga pensaba que en la cabeza del Presidente existía un Instituto Nacional Electoral dedicado a organizar las elecciones ciudadanas y obligado a cuidar que la contienda electoral trascurra con el menor número de irregularidades. Pero si Gil entendió algo, cosa improbable, el Presidente pretende meterse en la elección, o al menos así lo ha insinuado, para decirlo con mano de seda.
Ahora entenderán los visitantes de esta página del fondo porque Gilga alza los brazos a la mitad del estudio. Por cierto: nada que llueve. ¿Hay problemas?
Todo es muy raro, caracho. Como diría el escritor polaco Stanislaw Lec: “Cuando el agua te llega al cuello, no te preocupes si no es potable”.
La verdad sea dicha, tiene su chiste llevar las contras, fabricar conspiraciones