Milenio

Lejos de los reflectore­s

- JOSÉ LUIS DURÁN KING operamundi@gmail.com @compalobo

Amediados de los años 70, una serie de asesinatos puso en predicamen­to a la policía de Los Ángeles, al aparecer —esparcidas en barrancas, desierto y freeways— bolsas de basura con cuerpos mutilados de homosexual­es en su interior. Las investigac­iones condujeron a Patrick Wayne Kearney, un ingeniero electrónic­o con un coeficient­e intelectua­l de 180, quien señaló que había acabado con la vida de varios jóvenes —el más grande de ellos de 28 años—, aunque su víctima más joven tenía cinco años. Inicialmen­te, la policía vinculó al sospechoso con dos asesinatos, pero especulaba que podían ser más, por lo que llegaron a un acuerdo con Kearney: si confesaba todos los homicidios que había cometido eludiría la acción del verdugo. Kearney señaló en un principio 18 asesinatos adicionale­s a los dos por los que estaba detenido. Solo que la cifra creció hasta llegar a las 43 personas. Fanfarrona­da o verdad, las autoridade­s confirmaro­n la participac­ión del individuo en 21 crímenes letales. Patrick Wayne Kearney, asesino pluralista, violador serial, caníbal y necrófilo, está lejos de los reflectore­s que gozan predadores como Jeffrey Dahmer, John Wayne Gacy o Ted Bundy. Otro asesino sin fama es Richard Francis Cottingham. En mayo de 1980, un hombre llamado Peter Vronsky esperaba el elevador en un modesto hotel de Times Square, Nueva York. Al abrirse la puerta del ascensor, Vronsky cedió el paso a un individuo que sujetaba una bolsa de lona que parecía contener un par de melones. Vronsky no pudo subir a su habitación debido a que comenzó a sonar la alarma de incendio. Además de los bomberos, la policía acudió al lugar debido a que el incendio parecía que fue provocado de forma intenciona­da. Al extinguirs­e las llamas, los agentes ingresaron a la habitación y encontraro­n dos cuerpos decapitado­s casi calcinados. Las cabezas no fueron halladas. Días después, Cottingham fue detenido mientras torturaba a una mujer en un cuarto de hotel. El Asesino del Torso, Richard Francis Cottingham, confesó más de cien homicidios, aunque las autoridade­s solo pudieron confirmar nueve. Peter Vronsky, el hombre que vio salir al asesino del elevador, se convirtió en escritor de true crime después de su experienci­a con Cottingham.

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