Un baile, una pieza y una pareja
Compañero de baile.
Jugar el trofeo Joan Gamper siempre ha sido una trampa: se trata de una fiesta privada que se organiza a pocos días de arrancar el campeonato para que el anfitrión se luzca, la pase bien, enseñe sus cualidades y presuma sus celebridades. Al Barça no se le busca un rival para este partido, sino un compañero de baile. Pumas, el último invitado, fue recibido con ceremonia, tratado con respeto, señorío y educación, pero al salir al campo donde manda el balón, se acabó la distinción: en media hora la fiesta se había convertido en un show. Los viajes ilustran, decía mi abuela: estos Pumas no serán los mismos después de pasear por Barcelona.
Diez años sin Haaland.
Es imposible saber cuántos goles tendrá Haaland al final de temporada, pero su estadística en Dortmund, casi un gol por partido, advierte una secuencia demoledora. Nos encontramos con una versión recargada de un delantero que fue elegido como una pieza de ingeniería: al mejor ataque de los últimos años, le instalaron un ariete al frente.
Hay fichajes que nacieron para un equipo y fichajes que se construyen como parte de un sistema. Haaland de 22 años, que marcó sus dos primeros goles con el City, parece ser el goleador que Guardiola lleva buscando desde que salió del Barça hace una década. Tuvieron que pasar diez años para que aquel chico desconocido de 12 y el entrenador, se reunieran.
El viejo y el joven.
El futbol suele colocar a la carrera del futbolista dos tipos de etiquetas: es muy joven para ganar, o es muy viejo para jugar. A Lewandowski de 33 años y Pedri de 19, las etiquetas se les han despegado. La pregunta es quién se atreve a etiquetar los catorce años de diferencia que hay entre ellos. Ayer en el Camp Nou la fórmula Pedri-Lewandowski, un juvenil y un veterano, funcionó con soltura y sabiduría. La edad, que casi siempre es analizada como un factor negativo del juego, en su caso representa una gran virtud: Lewandowski hará más sabio a Pedri y Pedri rejuvenecerá la carrera de Lewandowski.