¿La Colombia de Petro nos muestra el camino?
Lo mejor que le puede pasar a una nación latinoamericana cuando sus votantes deciden no estar ya en el campo de la derecha neoliberal, por llamarla de alguna manera, es ser gobernada por una izquierda moderna. Y la peor circunstancia, por el contrario, es caer en las garras del “socialismo” por haber respondido al canto de sirenas que tan calculadamente entonan los populistas de nuestro subcontinente.
Hay que entrecomillar el término porque fue reformulado, en las postrimerías de la pasada centuria, por Heinz Dieterich Steffan, un sociólogo alemán, agregándole una actualización de último momento para insertarlo oportunamente en el siglo XXI–o sea, que no fue ya el socialismo de siempre a secas sino, justamente, el “socialismo del siglo XXI”— y la receta fue alegremente adoptada, entre otros caudillos de esta región,porHugoChá vez( y consolidada luego por su sucesor Nicolás Maduro ), por el ecuatoriano Rafael Correa, el boliviano (e igualmente bolivariano) Evo Morales y, suponemos, por Daniel Ortega, en Nicaragua, en tanto que su arremetida en contra de los valores democráticos lo hermana, en los hechos, con el régimen que más ha cacareado las bondades de la doctrina, a saber, el de la mentada “Revolución Bolivariana”, acontecida en Venezuela.
La realidad de que ese dogma haya servido meramente
Nos hemos dado cuenta de que las políticas sociales son más necesarias que nunca
para consolidar el autoritarismo de los caciques y de que contribuyera al catastrófico empobrecimiento de un país que fue muy próspero (a pesar de sus crónicos problemas) no debiera llevar al cuestionamiento radical del modelo socialdemócrata.
El desmantelamiento de las estructuras públicas promovido por Margaret Thatcher y Ronald Reagan en la cruzada anticomunista que emprendieron en la década del 80 fue tal vez muy beneficioso para acabar con las reglamentaciones excesivas y favorecer la creación de riqueza pero tuvo un costo muy alto para sectores enteros de la población, súbitamente despojados de las redes de protección que necesitaban. A cuatro décadas de distancia, nos hemos dado cuenta de que las políticas sociales son más necesarias que nunca. La “revolución bolivariana” no es la solución, sin embargo. El camino, más bien, parece estarlo mostrando Gustavo Petro en Colombia. Ojalá sea cierto y no otro espejismo más.