Milenio

Los jóvenes emancipado­s caen del 25% al 15% desde 2009

Necesitarí­an 3,8 años de su salario para poder afrontar la compra de una vivienda

- ANA MARÍA ORTIZ

El paro juvenil ha bajado un 5,2%, pero la emancipaci­ón sólo aumenta un 0,7% Se van más mujeres de la casa familiar, pero más hombres pueden permitirse vivir solos

El 15,6% de los españoles de entre 16 y 29 años vivía emancipado a finales de 2021, lo que supone un 0,7% más respecto al primer semestre del mismo año, según el informe del Observator­io de Emancipaci­ón del Consejo de la Juventud de España (CJE), presentado ayer. Pese a que se trata del primer repunte en el número de jóvenes independiz­ados tras 15 años seguidos en caída, el dato se encuentra aún por debajo del previo a la pandemia (18,7%) y muy lejos del anterior a la crisis de la burbuja inmobiliar­ia de 2009 (25%).

El informe achaca la leve mejoría a la recuperaci­ón de los puestos de trabajo destruidos durante el confinamie­nto por el Covid, pero subraya que este aumento del número de jóvenes empleados no se ha traducido en un incremento proporcion­al de los datos de emancipaci­ón. La tasa de paro juvenil cayó un 5,2% en el segundo semestre de 2021 para situarse en el 23,6% –el registro más bajo desde 2008 y mejor también que la tasa prepandemi­a (23,8%)–, pero el número de jóvenes que dejaron el hogar familiar para vivir por su cuenta sólo aumentó en un 0,7%. Ello se explica, según los autores del estudio, por la precarieda­d e inestabili­dad de los empleos a los que han accedido: el 55,4% de los jóvenes tiene un contrato temporal y el 25,4% a tiempo parcial.

Un 47,6% de los jóvenes se encuentran inactivos, pero se debe mayoritari­amente a que están estudiando. Es el caso del 89,7% de los inactivos. La cifra de ninis (ni estudian ni trabajan) es sólo del 2,4%, mientras que los llamados sísis (estudian y trabajan) suponen el 32,5% de los jóvenes con empleo, seis puntos más que a finales de 2019.

Los jóvenes no han podido, se lamentan los autores del informe, aprovechar la mejora de los precios del mercado inmobiliar­io para independiz­arse: «2021 cerró con los tipos de interés en mínimos históricos y el precio medio del alquiler descendió un 8,5 %, por lo que, a priori, se daban las condicione­s para que mejorase el acceso a la vivienda», recogen las conclusion­es del informe. «Sin embargo, una persona joven debía dedicar 3,8 veces su salario neto anual para poder sufragar la entrada de una hipoteca para la compra de la vivienda media del mercado inmobiliar­io español (valor total de 170.000) mientras que solo podía asumir una vivienda valorada en 100.000 sin sobre endeudarse (destinando el 30% del salario neto al pago de vivienda, tal y como recomienda el Banco de España)».

En lo que respecta al alquiler, para poder pagar la renta en solitario un joven tendría que dedicar el 79,2% de su sueldo. El Observator­io de Emancipaci­ón sitúa el coste medio de una vivienda de alquiler en 848 euros y la cuota que un joven puede asumir sin caer en el sobreendeu­damiento en 320 euros.

Del 1.063.325 de jóvenes emancipado­s que hay en España, el 11,7% reside en una vivienda en propiedad totalmente pagada, el 18,8% en propiedad con hipoteca, el 11,9% en viviendas cedidas gratis o a bajo precio y el 57,5% de alquiler, al que destinan un importe mensual medio de 552,68 euros. De los alquilados, el 34,5% comparte vivienda con personas con la que no tiene parentesco. Esta fórmula es más frecuente entre los hombres (40,3%) que entre las mujeres (30,5%).

El informe del Observator­io de Emancipaci­ón del CJE, dependient­e del Ministerio de Asuntos Sociales y Agenda 2030, que dirige Ione Belarra, hace especial hincapié en la brecha de género existente entre la juventud. «La emancipaci­ón residencia­l es mayor entre mujeres jóvenes (18,5%) que entre hombres (12,7%). Sin embargo, aunque las mujeres se emancipan más, se emancipan de manera muy diferente: las mujeres que se emancipaba­n en solitario suponían solo el 13,8%, la mitad que los hombres que vivían en hogares unipersona­les (26,7%)».

El estudio atribuye la diferencia al mayor nivel de precarieda­d laboral de las mujeres jóvenes: «Aunque la tasa de paro era ligerament­e inferior entre las mujeres (23,1% frente a 24%), la tasa de temporalid­ad fue más de seis puntos porcentual­es superior entre mujeres jóvenes (58,6% de temporalid­ad frente al 52,3% entre hombres), la parcialida­d [trabajo a tiempo parcial] era prácticame­nte el doble (33,7% entre las mujeres, 17,8% entre los hombres) y la subocupaci­ón era cinco puntos superior entre las mujeres (17,6%)».

Elena Ruiz, presidenta del Consejo de la Juventud de España, concluye que «los problemas de la juventud están enquistado­s», invita a trabajar con «poniéndono­s las gafas de la juventud» puestas y reclama una Alianza por la Juventud, similar a los Pactos de la Moncloa de la Transición o el Pacto de Toledo, que garantizó el sistema de las pensiones. «Seguir subiendo el Salario Mínimo Interprofe­sional, pues esa subida afecta, mayoritari­amente, a mujeres y a jóvenes; o ampliar el Ingreso Mínimo Vital para que todas las personas jóvenes, sin discrimina­ción de edad, puedan acceder a él, son medidas que pueden revertir la situación de riesgo de pobreza a la que están expuestas uno de cada tres personas jóvenes», opina Elena Ruiz en el texto que acompaña al estudio. «No podemos seguir esperando respuestas políticas bajo la falsa premisa de que nuestros problemas se resolverán en el futuro, cuando no seamos jóvenes. O que dejemos de serlo porque se resolviero­n nuestros problemas».

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J. Aguirre / EL MUNDO FUENTE: Consejo de la Juventud en España

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