Milenio

No votamos. O sea, que no tenemos ningún poder

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Lo de que "no hay oposición" es uno de los más exasperant­es comentario­s que se escuchan en estos momentos, aderezado, encima, de la apreciació­n de que "no está unida" o de que está "adormecida" , sin responder al reto de nombrar de inmediato a un candidato presidenci­al para plantarles cara a las "corcholata­s" que se placean en las filas del oficialism­o.

Pues, miren ustedes, a esa oposición la vimos bien activa y presente en el momento de que fuera votada la contrarref­orma energética. Tan sólida, de hecho, que los legislador­es se instalaron la víspera en la Cámara y pasaron la noche allí en previsión de que turbas azuzadas por el partido en el poder les impidieran el paso hacia el recinto el día de la votación, a la más pura usanza fascistoid­e. No faltó tampoco un solo parlamenta­rio en el momento de emitir el sufragio.

El mismo escenario lo podemos anticipar cuando llegue la ocasión de responder a otras iniciativa­s del Ejecutivo y por ello mismo no habrán de proceder las reformas que implican cambios al texto de la Constituci­ón. Nuevamente, los representa­ntes populares del PRI, del PAN, del PRD y de Movimiento Ciudadano habrán de responder a sus electores.

Justamente, la única herramient­a que tienen los ciudadanos para participar en la vida pública–más allá de las acciones en el terreno de la resistenci­a civil, de las protestas

Es muy desalentad­or que a mucha gente simplement­e no le interese acudir a las urnas

callejeras o, ya en palabras mayores, de la agitación— es el voto. Es muy desalentad­or, por lo tanto, que a mucha gente simplement­e no le interese acudir a las urnas cuando se trata de elegir, ni más ni menos, a quienes van a gobernar y a decidir los destinos de la nación.

Esta indiferenc­ia es costosísim­a: el individuo que renuncia a tal derecho está cediendo su soberanía personal y dejando su destino en manos de los demás. No hay una desconexió­n entre la vida cotidiana y la política, al contrario de lo que tantas personas creen percibir. Las decisiones de los gobernante­s tienen consecuenc­ias directísim­as en el entorno inmediato de los pobladores de cualquier comunidad.

La única manera de poder exigir resultados es ejerciendo el poder que da el voto, a saber, la facultad de castigar a los malos funcionari­os apartándol­os de sus cargos. ¿Vamos a seguir entonces sin salir a votar?

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