La violencia ubicua
En un artículo de MILENIO, que referí ayer en este espacio, Enrique Serna hizo una suma de las variedades de la violencia criminal que no pueden explicarse ya, sólo, por el narco y sus guerras.
Lo cito en extenso porque la verdad de lo que dice nace de una forma de la elocuencia literaria que es la aglomeración:
“En Guerrero, el hampa controla el transporte público, la venta de pollo y la distribución del agua para riego.
“En la sierra Tarahumara, El Chueco monopolizaba o monopoliza aún la venta de cerveza.
“En Michoacán, los matones que gobiernan Aguililla han encarecido el aguacate y el limón, imponiendo a sus productores un peaje leonino.
“En Sonora y Sinaloa, los hijos del Chapo fijan los precios del camarón y matan a quienes lo vendan a otros competidores.
“En Morelos, los productores de barbacoa que vienen del Estado de México tienen que pagarle a la maña de cada localidad para introducir su producto.
“Sometidos al mismo yugo, los dueños de combis y minibuses han tenido que subir los pasajes por encima de la inflación para pagar el tributo exigido por los capos locales.
“En todos los casos, la autoridad brilla por su ausencia: o se agacha para salvar el pellejo o la nueva oligarquía
Un doble impuesto que se va generalizando en el país
ya la tiene en la nómina”. https://bit. ly/3Qjo0eK.
La mujer del propio Serna descubrió una exacción más notable aún: una casa-vecindad sin signos comerciales exteriores, donde se había refugiado a despachar el taller de computación que ella frecuentaba, junto con otros giros inesperados: un salón de belleza, una tienda de celulares, una farmacia naturista. Venían todos huyendo del derecho de piso del crimen local, y habían pasado de un golpe a la clandestinidad y a la informalidad, pues no podían pagar el doble impuesto que se va generalizando en México: el que cobran los criminales y el que cobra el gobierno.
Esta es la violencia ubicua que ha tomado carta de infame ciudadanía en la vida diaria de México.
Es la responsable si no de la mayoría de los homicidios, sí de la mayor cuota de miedo, inseguridad, opresión y violencia a que está sujeta la sociedad mexicana.