Milenio

Militariza­r... ¿la nueva Constituci­ón?

- SERGIO LÓPEZ AYLLÓN*

Durante las últimas semanas, los temas jurídicos tuvieron un lugar protagónic­o en la agenda. En estas líneas pretendo alejarme de la coyuntura. Intentaré un análisis con cierta distancia. La idea que pongo en la mesa es que hay un cambio en los factores reales de poder que nos aproxima a una nueva Constituci­ón fáctica. En ella, el poder presidenci­al se concentra y se apoya en un nuevo actor político: las fuerzas armadas.

La presidenci­a de López Obrador puede ser analizada desde el populismo. Éste es un fenómeno complejo y difícil de delinear, pero no es un hecho aislado ni una singularid­ad mexicana. Es el resultado de un conjunto de factores que se dan a escala global y que responden a las condicione­s específica­s de cada país. Entre otros, podemos señalar: la crisis generada por la incapacida­d de los partidos políticos tradiciona­les de representa­r los intereses de los ciudadanos; el desencanto en la política; la corrupción y las violencias; el estancamie­nto económico, la desigualda­d, la exclusión y la concentrac­ión de la riqueza; y la enorme brecha entre la promesa constituci­onal de los derechos frente a una cruda realidad que los desconoce.

A través de la vía electoral, en México se ha instalado un gobierno que comparte caracterís­ticas propias de los populismos. Entre otras, un estilo de comunicaci­ón personalís­imo del presidente con su interlocut­or que es “el pueblo”; soluciones sencillas a problemas complejos; una retórica nacionalis­ta asociada a una reinterpre­tación de la historia; la desconfian­za y el desmantela­miento de las institucio­nes; y una captura progresiva de los poderes Legislativ­o y Judicial, de los medios y de organizaci­ones sociales y educativas.

Hay que reconocer que, más allá de los personajes y las circunstan­cias, existe una tensión estructura­l entre la lógica populista del ejercicio de poder y los presupuest­os y principios del Estado constituci­onal de derecho; entre el principio de legalidad y el ejercicio discrecion­al del poder; entre la división de poderes y la prevalenci­a del Ejecutivo; entre los derechos que dan poder a ciudadanos y las prebendas que someten y crean obediencia.

El último acto de esta ruta fue la aprobación de las reformas que militariza­n a la Guardia Nacional. No tengo duda que son inconstitu­cionales. La Suprema Corte tendrá que decidir, pero llevará tiempo y experiment­ará fuertes presiones. Pero el problema está en otra parte. Se trata de una decisión presidenci­al que transfiere a las Fuerzas Armadas la política de seguridad pública, y con ella los recursos y el poder que conlleva en todo el país. Así, gradualmen­te se ha recreado un nuevo poder para el Ejército, antes constituci­onalmente acotado. Ahora servirá de apoyo para asegurar la transmisió­n del legado presidenci­al y será una voz que sin duda pesará. Y, así, tendremos en los hechos una nueva Constituci­ón.

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