¿Llamas al Ejército o a la policía municipal?
Intentemos desentendernos, por un momento, del acatamiento a los preceptos constitucionales que tan claramente establecen las funciones y razón de ser de las Fuerzas Armadas (siendo que no es a nosotros, en nuestra simple condición de ciudadanos desprovistos de cualquier otro poder más que el de ejercer el voto, a quien nos toca conferirle tareas al Ejército Mexicano pero, bueno, estamos hablando aquí de un mero ejercicio) para esclarecer cuál es, en sí misma, la esencia de un cuerpo militar y, a partir de ahí, determinar si el papel de los soldados es cumplir con tareas de seguridad pública en las calles.
Estaría en primer lugar el tema de la capacitación de los miembros de las referidas Fuerzas Armadas, es decir, su entrenamiento para participar en la defensa de la soberanía y la integridad territorial de la nación. Estamos hablando de la preparación que necesitan los integrantes de un cuerpo profesional cuya exclusiva misión es combatir al enemigo, más allá de que en tiempos de paz puedan acudir a socorrer a la población cuando acontecen desastres naturales o, digamos, vacunar a los niños.
Pues bien, a diferencia de los cuerpos policiacos, la función de los militares no es el control del orden público ni garantizar tampoco el cumplimiento de la ley. Y de esta disparidad de atribuciones se deriva, a su vez, una sustancial
La función de los militares no es el control del orden público ni garantizar que se cumpla la ley
disimilitud en las capacidades específicas de cada una de las organizaciones a las que el Estado ha autorizado el ejercicio de la violencia legítima: una cosa es el adiestramiento militar y otra muy distinta es realizar prácticas, por ejemplo, para controlar disturbios, para prevenir delitos, para sancionar contravenciones a los reglamentos de tránsito, para investigar crímenes, para implementar acciones encubiertas o, llegado el caso, para formar parte de unas Fuerzas Especiales (las encargadas de enfrentar tomas de rehenes o de responder a actos de terrorismo) cuyas capacidades serían, ahí sí, comparables a las de los comandos de la Marina y otros cuerpos militares de élite.
Cuando los vecinos observan movimientos sospechosos en el barrio no llaman a la Guardia Nacional ni al comandante de la correspondiente zona militar. Piden la asistencia de la policía municipal. ¿No tendría que ir por ahí el tema?