Muy Interesante Junior (México)

CELACANTO DE TIEMPO UN PEZ FUERA

HACE 80 MILLONES REGISTRO FÓSIL VIVO. DESAPARECI­Ó DEL ENCONTRAMO­S PRONTO LO DE AÑOS… Y DE

- Por Ariadna Rábago (Ary Snyder)

Alos 24 años, Marjorie Courenay-Latimer estaba por terminar sus estudios de enfermería cuando vio un anuncio para un empleo en el Museo de East London, en Sudáfrica, el cual tenía que ver con la historia cultural y natural de la zona. Y la verdad es que, desde siempre, a Marjorie le encantaba todo lo que tuviera que ver con la naturaleza –a los 11 años había dicho que le gustaría ser experta en aves–.

Así que sin pensarlo se presentó en el museo y pidió el empleo. Aunque no tenía estudios formales en geología, biología ni zoología, sabía tanto de la historia natural de la región que la contrataro­n. De inmediato se puso a buscar conchas, esqueletos, rocas y todo lo que pudiera ser interesant­e para el museo, y pidió a los pescadores de la región que si capturaban algún animal que les pareciera “raro”, la llamaran. Y en 1938, eso pasó. Cuando llegó al muelle y le mostraron un pez de 1.5 metros que habían capturado, a ella le pareció –comentó alguna vez– “el más bonito que había visto jamás”.

Emocionada –sentía que era algo especial–, se llevó el pescado al museo y lo buscó en los libros para identifica­rlo, sin encontrarl­o en ninguno. Como faltaban dos días para Navidad, el museo no tenía instalacio­nes para preservar ejemplares, y la Universida­d estaba de vacaciones (había llamado para buscar a un ictiólogo –zoólogo especializ­ado en peces–, a quien no encontró pero le mandó dibujos del pescado), por lo que tuvo que pedirle a un taxidermis­ta que lo disecara, lo cual no era lo ideal, pero era mejor a que se echara a perder.

Cuando J. L. B. Smith (el ictiólogo) recibió los dibujos, mandó un telegrama urgente que decía “IMPORTANTÍ­SIMO. PRESERVAR ESQUELETO Y BRANQUIAS”. Y cuando regresó y vio lo que quedaba del ejemplar, casi se desmaya: ¡lo que tenía enfrente era como haber encontrado a un

Tiranosaur­io rex que hubiera muerto hace siete semanas!

Ya hemos visto celacantos vivos en su medio: viven a profundida­des de 150 a 250 metros, en laderas rocosas de islas volcánicas con muchas cavernas, donde llega poca luz y la temperatur­a del agua es de unos 15 ºC. Miden 2 m; dan a luz a entre cinco y 20 crías vivas; y por la noche se alimentan de calamares, peces, anguilas e invertebra­dos. Es una especie protegida internacio­nalmente, creemos que quedan menos de 500 celacantos vivos.

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