Sutil engaño
Las personas con prótesis pueden realizar cierto tipo de tareas como asir objetos o incluso ejecutar sus actividades diarias, pero no pueden sentir lo que tocan. Desde 2010 la profesora Zhenan Bao, de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, y su equipo de 17 personas, desarrollan una piel eléctrica que busca dar sensibilidad a estas personas para que sientan lo que tocan. La ‘piel’ se coloca sobre la prótesis y es capaz de sanar por sí sola en caso de un corte, y de detectar la presión que se ejerce sobre ella, por ejemplo un apretón de manos.
La piel que desarrollan es de plástico flexible –puede doblarse y estirar su tamaño hasta 100 veces sin romperse– y tiene una capa superior con sensores y miles de millones de nanotubos de carbono dispersos a través del plástico, lo que hace que se vuelva tan sensible como la piel humana. Estos nanotubos mandan pulsos cortos de electricidad cuando se ejerce presión sobre la piel; una segunda capa consta de un circuito electrónico que lleva los pulsos de electricidad a las células nerviosas. Aunque las pruebas han tenido éxito, todavía falta que se elaboren otros distintos sensores para simular los diferentes tipos de mecanismos con que cuenta la mano humana para diferenciar texturas y temperaturas.
Por su parte, y a diferencia de los ingenieros de Stanford, sus homólogos de la Universidad de Monash, en Australia, desarrollan una piel pero en lugar de plástico usan elastómero de grafeno. Este material es un polímero elástico que puede deformarse y regresar a su forma original muy rápidamente, es esponjoso y muy sensible a la presión y a las vibraciones.
El profesor Dan Li y el doctor Ling Qiu, quienes lideran el equipo de trabajo,
Aaseguran que este material tiene un rango de respuesta mucho más amplio que el de la piel humana y de tiempo más rápido que un elastómero de polímero convencional. Sin embargo, los investigadores están en las primeras etapas de su investigación y aún falta tiempo para que este material tenga un gran impacto en la innovación.