Los otros Sandman
Además de la novela gráfica The Sandman, cuyo autor es Neil Gaiman, en el universo del cómic han existido otros superhéroes con ese nombre.
En el número 40 de la historieta Adventure Comics, publicada en 1939 por DC Comics, apareció por primera vez un agente de policía de nombre Wesley Dodds, apodado Sandman. Vestido de traje, gabardina y sombrero de ala, el personaje portaba una máscara antigás y una pistola de gases para combatir a los criminales. Entre 1972 y 1974, bajo ese mismo sello editorial, se publicó una historieta titulada The Sandman. Aquí el superhéroe viste la indumentaria característica de este tipo de personajes (capa, máscara, guantes, botas, etc); sin embargo, sus acciones se apegan a los mitos y leyendas del hombre de arena, encargado de defender a los durmientes de los monstruos que aparecen en sus pesadillas. Neil Gaiman se basó en este título para crear su propia versión, publicada también por DC Comics, entre 1989 y 1996.
Por parte de Marvel Comics, un personaje de nombre Sandman apareció por primera vez en The Amazing Spider-Man, en 1963. Se trataba de un supervillano, enemigo del Hombre Araña, que tenía la capacidad de transformarse en arena y variar su consistencia para enfrentar y huir de sus adversarios. Posteriormente éstos serían, entre otros, el Increíble Hulk y los Cuatro Fantásticos.
Lo siniestro de Freud
La personificación del sueño pasó de la cultura clásica al folclor europeo, y así, el mito del dios Hipnos se transformó en la leyenda del sandman, el ‘hombre de arena’ o ‘arenero’. Según la tradición oral, un individuo (de acuerdo con varias versiones, un bondadoso duende) se introduce por las noches en las casas portando una bolsa o saco de ‘arena mágica’ (para algunos la representación de las lagañas) que esparce sobre los ojos de los moradores a fin de hacerlos dormir y soñar.
A partir de esta leyenda el alemán Ernst Theodor Amadeus Hoffmann escribió el relato de terror gótico “El hombre de arena” ( Der Sandmann), perteneciente a su libro Cuentos nocturnos, publicado en 1817. Nataniel, un joven estudiante universitario, padece un trauma de infancia provocado por la advertencia ‘Ahí viene el hombre de arena’, utilizada comúnmente para indicar a los menores que ha llegado la hora de dormir. Asustado, el pequeño Nathaniel cree que aquel personaje es el abogado Coppelius, un misterioso individuo que visita a su padre. Para calmarlo, su madre le aclara que no existe el arenero y que la advertencia no es sino un decir; sin embargo, una sirvienta de la casa alimenta los temores del infante, contándole la versión según la cual se trata de “un hombre malo que viene a buscar a los niños cuando no quieren irse a la cama y
les arroja un puñado de arena a los ojos haciéndolos llorar sangre. Luego los mete en un saco y se los lleva a la luna creciente para divertir a sus hijos, que esperan en el nido y tienen picos encorvados como las lechuzas para comerles los ojos a picotazos”.
Nathaniel crece convencido de aquella aterradora historia y de que el arenero es Coppelius, al grado de acusarlo de la muerte de su padre en una explosión, más aún cuando desaparece tras el letal suceso. Una vez en la universidad, el miedo del joven se reaviva cuando cree ver al abogado en la persona de Giuseppe Coppola, un vendedor de aparatos ópticos. Este último resulta ser el proveedor de los ‘ojos’ de Olympia, la bella mujer de quien Nathaniel se ha enamorado, pero que en realidad es un autómata. Tras descubrirlo, el estudiante caerá en una crisis que lo llevará a la locura y a un desenlace fatal. El impacto de este relato fue más allá de lo literario, siendo objeto de estudio por parte del médico neurólogo austriaco Sigmund Freud, en su libro Lo siniestro, publicado casi un siglo después; así como por parte del psicoanalista francés Jacques Lacan, en su “Seminario sobre la angustia”, impartido entre 1962 y1963.
El escritor danés Hans Christian Andersen también se inspiró en la leyenda del hombre de arena para crear el cuento infantil “Ole Lukøje”, publicado en 1841. Más apegado al relato tradicional, describe a un bondadoso personaje que esparce sus polvos para hacer dormir a los niños, procurando que quienes se porten bien tengan felices sueños, y quienes no, despierten sin haber soñado. Además retomó el mito de Tánatos, al referirse a “el otro Ole Lukøje”, llamado muerte, quien “cabalgando, alza a viejos y jóvenes, y se los lleva en su caballo”.
Tejedor de pesadillas
Las diferentes personificaciones del sueño a lo largo de la historia están presentes en una de las novelas gráficas de culto y mayor éxito: The Sandman, creada por el escritor británico Neil Gaiman y publicada originalmente en 75 entregas, entre 1989 y 1996. Dream (Sueño) es el dios protagonista de este serial del género fantástico. Conforma con sus seis hermanos deidades la llamada familia de Los Eternos, cuyos nombres en inglés inician con la letra D y encarnan un concepto del devenir humano: Destinity (Destino), Death (Muerte), Destruction (Destrucción), Desire (Deseo), Delirium (Delirio) y Despair (Desesperación).
Dream es un dios encarnado, de aspecto cetrino y vestimenta oscura, así como portador de objetos distintivos de poder, un yelmo, una bolsa de arena y un rubí. “Su reino está formado por los sueños mismos: actúa dejando caer puñitos de arena sobre los ojos del durmiente para llevarlo a su mundo, bien proporcionándole felices sueños, bien terribles pesadillas. Su tarea, por tanto, es tejer sueños y pesadillas, además de gobernar y proteger el reino al que viajamos cuando dormimos”, así lo describe Ramiro González Delgado, investigador de la Universidad de Extremadura, en su estudio Orfeo y Eurídice en el cómic, el mito actualizado a partir de la tradición oral, la literatura y el psicoanálisis. Reacio a dejar este mundo, es un recordatorio de que, aun adentrados en pleno siglo XXI, la función más antigua y misteriosa de la mente sigue siendo objeto de culto.