Piensa, oh Patria…
La ola de violencia que de unos años para acá azota a México es según algunos “cosa del diablo”. Al menos eso plantean altos jerarcas de la Iglesia católica, como el arzobispo Juan Sandoval Íñiguez, quien el 20 de mayo de 2015 encabezó un “magno exorcismo” en la catedral de San Luis Potosí. Según el religioso, se trató del primer exorcismo en el mundo enfocado a “expulsar al Maligno” de todo un país. Mientras tanto, los grupos criminales también recurren a la ayuda sobrenatural. Varios cártelesllevan a cabo rituales satánicos que implican asesinatos, canibalismo y torturas de una ferocidad inenarrable. Muchas de sus prácticas están vinculadas al culto de la Santa Muerte que, según la Iglesia católica, también es responsable del “alarmante aumento de posesiones demoniacas en el país”.
disociativo que antes recibía el nombre de histeria. Está codificada dentro de la clasificación internacional de enfermedades mentales (CIE) como F-44.3, trastorno de trance, o F-44.81, trastorno de personalidad múltiple, y es también conocida como “demonopatía” o “demonomanía”.
La maligna ignorancia
Existe la certeza de que los enfermos aquejados por la demonopatía sí viven un infierno, frecuentemente agravado por las supersticiones de quienes intentan “liberarlos”. Es bien sabido que la película El exorcismo de Emily Rose (Scott Derrickson, 2005) estuvo basada en un caso real. Lo que algunos eligen olvidar es que la paciente verdadera, una joven alemana llamada Anneliese Michel, murió desnutrida y deshidratada después de haber sido sometida a un exorcismo. Tanto los curas que la exorcisaron (con permiso del obispo) como los padres de Michel, fueron acusados de homicidio negligente. Un filme que narra el mismo caso es Requiem: el exorcismo de Michaela (Hans-Christian Schmid, 2006). La historia es una de las más célebres, pero por desgracia no se trata de la única. La cantidad de personas que han sido asesinadas o heridas durante rituales destinados a “expulsar al demonio” es francamente espeluznante. Vale la pena revisar la página web whatstheharm.net/exorcisms.html, en la que se registran numerosos casos de exorcismos que acabaron en tragedia. Por ejemplo: “Amora Bain Carson, de 13 meses, fue asesinada por su familia el 2 de diciembre
de 2008 porque pensaron que estaba poseída. Intentaron sacarle al diablo a mordidas y golpes”. “Louise Lardjoun, de 19 años, murió en Francia el 1 de julio de 1994 después de que un imán intentó exorcisarla torturándola durante más de cinco horas”. Y este par de joyas son sólo dos pequeñas muestras dentro de una vasta galería del terror.
Por lo tanto…
En suma, sólo hay dos maneras de responder a la pregunta “¿existen las posesiones demoniacas?”. La primera depende de la fe, que por definición puede prescindir de toda evidencia racional. Una de las consignas de la Iglesia católica reza así: “el mayor triunfo del diablo consiste en hacer creer a la gente que no existe”. Como falacia lógica es irrefutable, justo porque opera fuera de las reglas de la razón. ¿Cómo discutir lógicamente la idea de que satán sí es real y posee a las personas, pero que convenientemente se oculta detrás de un diagnóstico psiquiátrico? Imposible entonces. Pero llevando la discusión al terreno de la ciencia, queda claro que todavía nos queda mucho por saber acerca de los misterios de la psique humana. Sin embargo, hasta ahora todos los casos bien documentados de supuesta “posesión satánica” pueden atribuirse a una desafortunada combinación de trastornos psiquiátricos, perversidad humana, sugestión mental e ignorancia. Si a este exótico coctel añadimos la gran influencia del cine de terror, que ha poblado nuestro imaginario de nuevas y espectaculares obsesiones… ¿quién necesita la ayuda del Príncipe del Mal?