Meridiano de Greenwich
El punto de referencia que permitió la creación de la hora universal y los husos horarios.
Ubicado en el sur de Londres, el Real Observatorio de Greenwich –actualmente convertido en museo– es uno de los sitios más visitados del Reino Unido, pues por ahí pasa el meridiano cero o meridiano de origen: el semicírculo imaginario que divide a la Tierra en los hemisferios occidental y oriental, a partir del cual se mide la longitud de un punto determinado en el planeta y se fijan los husos horarios y la hora universal.
La mayoría de los turistas saben lo que representa el Meridiano de Greenwich, y por eso no se van sin tomarse una foto sobre la línea de bronce marcada en el patio del observatorio que indica el lugar por donde cruza. Pero pocos saben que este famoso meridiano no fue elegido precisamente por razones científicas; lo cierto es que pudo haberse escogido cualquier otro en el mundo.
Para cada país y época
Durante siglos se usaron diferentes meridianos para elaborar mapas y calcular las distancias en la navegación. A comienzos de nuestra era, el astrónomo y matemático alejandrino Claudio Ptolomeo fijó como primer meridiano el que pasaba por la isla de El Hierro, en las islas Canarias. En España, durante la época de Alfonso X el Sabio, se escogió la ciudad de Toledo; y después el papa Alejandro VI estableció una línea de demarcación a partir de un meridiano que pasaba 1,700 km al oeste de las islas de Cabo Verde, en el Atlántico, con el propósito de evitar disputas entre los navegantes españoles y portugueses que iban en busca de nuevas tierras. En el siglo XVI el geógrafo flamenco Gerardus Mercator eligió el de las islas Azores, y en el siglo XVII los franceses decidieron utilizar también el de la isla El Hierro (que luego sería sustituido por el de París), y más tarde los británicos empezaron a usar el de Greenwich, que a partir de 1884 se convertiría en el meridiano de uso común en el mundo.
El problema de la longitud
Con la conquista de nuevas tierras, creció la necesidad de medir las distancias en el mar, pues a menudo los barcos se extraviaban porque no sabían su posición geográfica ni mucho menos la hora. Así que para mejorar el arte de la navegación, potencias como Francia, España e Inglaterra